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TERCER DOMIL GO
y
por el cual los fi eles de esta iglesia se ensalzaban
y
en–
greían los únos sobre lo ótros, prefiriéndose los .iud1os
á
los gen tiles, com .que h bian sido e cogidos por Dios pa–
ra er la nacion privilegiada, entre
la
cual había de nacer
el
M~s ías;
y
prefl riéndose los genüles á los judíos, por haber
. sido
é
to
tan ingratos,
y
tan crueles, que habían puesto
en una cruz al Mesías tan esperado. El Apóstol en muchos
pasages de esta carta procura abatir la vanidad de los únos
y
la de los ótro , poniéndoles á la vista sus propi as mi–
seria·,
y
la mi ericordia de Dios, á la cual sola debían to–
do el bien que había en éllos. Los exhorta á apagar entera–
mente el espírittJ de paisanage, tan opuesto al espíritu de
Dio ; el e píritu de partido, que reyna algunas vece en–
tre gente que hacen profesion de pied¡id,
y
que-solo se di–
ri ge á fomentar la division, á resfriar la ...
~ridad,
y
á
ali–
mentar el espíritu de cabala. San Pablo encomienda á to·
dos la humildad; pero una humildad sincéra, la cual con–
siste,
no en un menosprecio exterior
y.
afectado de sí mis–
m
.:!1
~ino
en un conocimiento interior de su baxeza
y
de
sus en'ferme acles ; una humildad de corazon, que aina la
humillacion sin querer darlo
á
entender. Como la humil–
dad de corazones in eparable de la mansedumbre, el san–
to Apóstol la in pira á todos los fi eles, xbortándolos
á
lJer–
donar de corazon las injurias en lugar de pre enir la ven–
ganz· , que Dios tomará un dia de las injurias que . e les
hubieren hecho; á hacer bien
á
los que les hacen mal: por
este
m~dio
les
dice
amontonaréis obre la cabeza de vues–
tros
enem i~os
carbones encendido • Segun san Ger6nimo
y
san Agustin, amontonar carbones encendidos sobre la ca–
lDeza del enemigo, es ablandar
á
fuerza de beneficios la
dureza de su corazon ; causarle un vivo dolor de haber
ultrajado á personas que lo colman de beneficios,
y
obli–
garle
á
que las ame como á pesar suyo. Por poco que haya
de honor
y
de religion, nada llena tanto de confusion á un
hombre como el verse colmado de beneficios por uno
á
quien acaba de cargar de injurias,'
y
á quien ha hecho al–
gun daño. El resplandor de la virtud del hombre cristiano
hace patente toda la malignidad
y
los
vicios
de un cora–
zon ul erado
'y
de un espíritu malvado. En fin, conclu–
ye el Apostal , no os dexeis vencer del mal ; ántes bien
.procurad vencer el mal con el bien.
¡
Qué gloria
y
qué