Table of Contents Table of Contents
Previous Page  107 / 396 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 107 / 396 Next Page
Page Background

DESPUES

DE LA EPIFANIA.

93

.ría:

In omni periculo potes salutem obtinere ab ipsa gloriosa

Virgine.

Por eso la Iglesia la saluda muchas veces al día co–

mo

á

madre de misericordia, nuestra vida, nuestro consuelo

y

nuestra esperanza en todas nuestras necesidades :

M ate'!"'

misericordice, vita, dulcedo, spes nostra, salve.

Seguros de

la singular bondad, de la caridad benéfica, de la extremada

ternura que la Virgen profesa

á

todos los hombres: seguros

del poder sin límites que tiene con su amado Hijo, con–

siderémos cuán grande es la dicha de todos aquellos por

quienes se interesa. ¿Por ventura les dexará-sin socorro en

la nece ·idad? ¿les negará su intercesi<?n, su proteccion en

los mayores peligros? ¿será insensible á sus lágrimas? ¿se

hará .ord a

á

sus oraciones? No, dicen los padres de la

Iglesia; á1tes bien -está atenta

á

todas las necesidades de

sus devotos : wviette las necesidades de todos los que se

emplean en su ser-Viéio. Todos los tesoros de las misericor–

dias del Señor están puestas en sus manos, dice el beato

Pedro Damiano:

ln rnanibus ejus

sunt thesauri rniseratio–

num

D omini.

¿Y podrá negarlos

á

los que la sirven

'l

·

co a tan dulce es ·amar con ternura.. á e ta buena

a re!

i

Qué provechos, qué gracias no debe esperar quien la

sirve con fervor

y

con

puntualidad~

·

e

PUNTO SEGUNDO.

onsidera lo que pasó en las bodas de Caná como lo

cuenta el evangelio. Los parientes, ó los amigos íntimos

convidan á la santísima Vírgen á las bodas,

y

~sus

es

tambien uno de los convidados. Nunca se encuentra

el

{rno

sin el ótro. En vano se convidaria

á

la madre, si el hijo

no asistiera. . ¡Qué ilusion

y

que error imaginarse que es–

tando en desgracia del hijo se puede tener devocion á Ja

madre! Estando

á

la mesa, la Vírgen advirtió que se ba–

bia acabado el vino, lo que iba á ocasionar una gran con–

fusfon á los que celebraban las bodas. Esta madre de mise–

ricor4ia, siempre atenta á las necesidades de los que ha–

bían contado coa' élla

y

cultivado su amistad, quiso aho–

rrarles esta confusion, pidiendo

á

su amado hijo se dignara

hacer en favor de éllos uno de los mas in ignes mi lagros.

Para obligarle no necesitó hacerle muchas demostracio–

nes; le bastó mostrarle su voluntad: su deseo tenia lugar

de ruego en el corazon de su hijo. Volvió el rostro ácia