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DESPUES DE LA EPIFANÍA.
97
del versículo séptimo
y
octavo delsalm.96:
Adorate Deurn,
omnes angeli ejus: audivit et lcetata est Sion: exultaverunt
filice Judce.
Angeles del Señor, adorad al Salvador
y
juez
soberano de los hombres, que tarnbien lo es vuestro. Sion
ha sido transportada de gozo al oir hablar de la gloria de
su rey. Las hijas de Judá han saltado de alegría al decir–
las que vos habíais de juzgar al universo. David, restable-...
ciclo sobre su trono, toma ocasion del castigo que hizo Dios
en sus enemigos para descubrir en este salmo la segunda ,
venida de Jesucristo e1 dia del juicio uni
~ersal.
El Profeta
convida á los ángeles á adorará
est~
hombre Dios: expli–
ca el gozo que
ha
sentido Sion al oir cuál ha de ser en
aquel dia el poder de su rey. En fin, exhorta
á
los hom·
bres á huir
4e1
mal, para
h~cerse
dignos por su inocencia de
la proteccion
-~las r~compensas
de su soberano Juez.
De este modo interi*efan este salmo los santos padres;
Adorate eum,omnes angeli ejus:
Espíritus bienaventurados,
ministros del Señor, adorad al supremo Señor del universo;
desagrávienle vuestras adoraciones del desprecio co1-
le
tratan esos hombres vanos, ingratos, impíos, que te es–
conocen; pero no le desconocerán siempre: él, él se hará
justicia; él se hará conocer en el dia terrible del juicio uni·
versal. Angeles del Señor, dad
á
este Juez de toda la tie–
rra adoraciones
y
respetos dignos de su magestad, pues_
nosotros somos ta'n poco capaces de darle la honra que le
compete.
Li:etata est Sion.
Toda la Iglesia, figurada en Sion,
salta de alegría; y las hijas de J udá, esto es,
toda~las
al–
mas justas, todasías almas fieles,
exultaverunt,
dan mt,Jes·
tras de su alegría al pensar que en aquel gran dia de vues–
tras venganzas os hareis justicia por vuestra propia mano
á la faz de todo el universo, recompensando con una glo–
ria eterna
áJ
los que os habrán servido con una i
1
nviolable
fidelidad,
y
castigando con suplicios eternos aquellos im–
píos que os habrán menospreciado.
La epístola de la misa de este día es una continuacion
de la del domingo antecedente, tomada del mismo capítu–
lo
1 2
de la carta de san Pablo á los romanos. El Apóstol
prosigue en señalará los romanos las principales obligacio–
nes de la vida cristiana. Habiéndose introducido en los fie–
les que viyian en Roma no sé qué espíritu imperfecto, en
quien el amor propio
y
la envidia tenían una gran parte,
Tom.L
G