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DO~INGO

QUARTO

de una santa

admiracion

el

vista

de

un

tan

gran peligro;

al modo que el Centurion no se creía digno de recibir en

su casa

a

Jesucristo:

Non surn dignus ut intres sub tectum

meum.

Estos humildes sentimientos siempre son agrada–

bles

a

Dios. Ninguna cosa nos hace ménos indignos de es–

tar con Jesucristo, que el

cono~imiento

·que tenemos,

y

la sincera confr sion que hacemos-de no ser dignos: en es–

ta disposicion debemos estar quando recibímos

a

Je"sucris–

to en

la

comunion.

Ninguna

cosa gana tanto el corazon

de Dios , como un-a humildad pura

y

sincera.

Esta virtud

no está separada jamas .de las otras virtudes, especialmen–

te de la verdadera

· ~ontricion.

Santiago

y

San Juan,

y

to·

dos quantos estaban con Simon Pedro no que

~áro"n

mé–

nos atónitos del prodigio que habían visto: su pasmo

llt- (,.A

a

ser una especie de terror lleno de respeto, como el que

ordinariamente causa la vista de una cosa m(:lravillosa

y

no

1

esperada; pero el Salvador los serenó

y

sosegó,

y

dirigién!'"

dose

a

Pedro , le dixo :

no

temas, sabe que te he

e~egido

para otra especie de pesca: en adelante no·te emplearás

eq

cog.:r peces, sino hombres:

Ex hoc jam hómines erit cápiens. ·

La pesca material

y

sensible que hizo aquí San Pedro,

fué

como un símbolo

ó

figura del ministerio apostólico

y

es–

piritual

a

que el hijo de Dios le elevaba por su eleccion;

así como en los sacramentos se sirve Jesucristo de

sign~s

sensibles para significar la

gr~cia

espiritual que obran.

Acompañó· la gracia

a

esta divina

vocacion,

y

desde este

momento no dexáron jamas

a

su buen maestro, San Pe- .

dro, San Andrés, Santiago

y

San Juan; ántes sí lo dexá–

ron todo por seguirle,

relictis ómnibus, secúti sunt eum.

Has:–

ta este tiempo , aunque los apóstoles habian abrazai;io

la

doctrina de Jesucristo ,

y

se habian decl.flrado por sus dis–

cípulos, todavía no habian renunciado todo lo que poseían,

pues tenian aún su casa, su barca, sus redes,

y

hacían su trá·

fico ordinario. En esta tercera

Y:

última vocacion

fué

quando

lo

d~xáron

todo para

seguir inseparable

y

únicamente

a

Je·

SUCrIStO.

La oracion

d_~

la

mi.ra

et la

.riguiente:

Da

nobir,

quce.rumus

Dómine,

ut

S.

mundi

cursus pacifice

no–

bis tuo órdine dirigátur

:

eB

ec-

Concédenos

~

Señor, que el cur–

so del mundo que está s 1jeto

a

la~

órdenes de tu providencia, se go-

bier-