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DESPUES DE PENTECOSTES.

2~

nismo

les énseña dónde está,

y

dónde se halla esta felici–

dad inseparable del

sumo

bien, por la que t9do hombre.

suspira naturalmente,

y

la que no puede hallarse acá aba–

xo. Esta felicidad, esta dicha de la otra v ida hacia gemir

tanbien

a

los

apóstoles'

y a

todos aquellos primeros

fie–

les, mas que

a

los <lemas hombres' por el ardiente de–

seo que teniao de salir de este lugar de destierro,

y

de

ir ·

a

gozar de aquella celestial gloria, de que tenian fo rmada

una idea tan al ta. Quanto 'mas ilustrado está uno de

las

vi vas luces de la fe' quanro mas ardien temente ama

a

Je-·

sucristo , tanto mas

SU '.'1

pira por l::i estancia de la

cel estial

Jt!rusalen:

Desidériu.m iJábeo dissólvi,

&

esse curn Christo,

dccia San ":.iblo_:

deseo ardiencemence sal ir

de

esra vida

y

~ -

..ar

con Jesucristo. (

Philip.

I

).

En este

mismo sen t ido

(

dice

aquí

el

santo apóstol, que no son solos los genciles

los

que

suspiran por

su

libertad :

Non selum autem illa, sed

~

non ipsi primitias sp1ritus habéntes;

&

ipsi intra nos

f.éminus:

hasta nosotros,

que

hemos

recibido

las

primicias

::id

evan5elio,

y

hemos sido santificados por el

E~pírhu

santo , esperamos tambien el entero cumplimiento de nues·

tra adopcioa; es decir, la glori a , que es la per feccion

y

el efecto de la adopcion: no. otros suspiramos sin

cesar

por

aquella

celelltial patria,

y

gemimos por vernos toda–

vía

•detenidos en este lugar de nues tro destierro.

La

milagrosa pesca

qu~

Jesucristo h izo cogt'r

a

San

Pe–

dro en el m:!r de Tiberíades, hace el asunto del evange-

...io de este día.

·

Habiendo el Salvador corrido la Judea , Ja Galilea ,

el

pa~s

que llaman dt:

Decápolis,

porque comprehendia

en

su di

\e

rito diez ciudades,

y

los lugares del orro -lado del

~

J

Jrdáa, haciendo

en

todas partes

bien,

y

obrando un sin

núme ro de

mi l agro~,

se vió bien presto seguido de una

multitud de gente que no le dexaban. descansar.

Estando

un dia

a

la orillá del lago de Geneza ret, llamado tambien

m ar de Tiberíades,

y

viendo que cada ins tante se aumen–

taba la muchedumbre que le oprimia ..

advinió

junto

a

dos barcas paradas

a

la orilla' por haber baxado

a

ti er ra

los pescadores

a

lavar las redes. Habiendo entrado el Señor

en una de Ja.,

dos, que era de Simon, le dixo que se apar–

tara un poco de ia ribera ;

y

habiéndose

s

ntado , se puso

a

enseñar al

pueblo desde

encuna

de !a barca.

~o

fué

~in

m1~