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DESPUES OE PENTECOSTES.

23

gunda carta

a

los corintios,

'supra

modum

in

sublimitáte

tetérnum gldrice pondus

operdtur

in nobis

!

Nuestras aflic–

ciones presentes, que no duran sino un momento,

y

que son

tan ligeras, nos producen un peso eterno de gloria en ua

grado de altura mas allá de otra medida. Y ciertamente

que esta vida, €amparada con la eternidad, no es mas

CJUe

un instante indivisible,

y

no

hay

mas proporcion entre

las aflicciones de esta vida y -la glor'ia de la otra, que la

que hay entre este punto <le tiempo imperceptible

y

toda

la incomprehensible eternidad. Este es aquel dichoso en–

canto que trueca en -1ágrimas de gozo las que el dolor ha–

ce derramar durante esta vida. He hecho, dice San ·Agus–

tin , cotej de lo que padezco coo lo que espero ;

y

hallo

" .

~

el peso de mis trabajos es infinitamente mas ligero

que el peso de gloria que produce. ·suframos por un poco

(

de tiempo las tribulaciones: con·solémonos con qwe

a

nues–

tras penas se seguirá un descanso eterno. Acá abaxo no se

'bebe sino gota

a

gota el agua amarga de la tribulacion : en

el cielo un torrente de delicias, que jamas se ·agotará, inunda

f

a

los bienaventurados. Aunque la gloria de

Ja

otra vida no

'

tiene proporcion alguna con nuestros trabajos tomados en

/

sí mismos, sin embargo,

ha

querid9

Dios

asignarles esta

gloria inmensa

a

título de recompensa

y

de justicia. ·Pe–

\

ro para hacérnoda

merecer~

nos hace ánte's participantes

\

de los méritos de Jesucristo, y ·releva por su gracia el

uié-

rito de nuestros trabajos.

Nam expectátio creatúrce,

revelati~nem fili~rum

Dei ex–

péctat:

por eso lo que mas esperan las criaturas, conti–

nua San

Pablo~

es que se manifieste esta ·gloría de loe;; hi–

jos de

Dios.

San Agustin cree que por las criaturas deben

entenderse aquí todos los fieles

que

suspi ran

por

el fin de

las miserias de esta vida ';

y

que descubriendo con 1as lu–

ces de la fe la felicidad que les está preparada en el cie–

lo,

y

que es el objeto de su esperanza .,

d~sean

con án 'iia,

aguardan con una santa impaciencia, piden con fervor

que llegue el feliz momento que debe ponerlos en pose–

sion de aquella bienaventurada herencia. Segun otros mu- ,

chos santos padres, las criaturas significan aquí todos los

hombres,

y

singularmente los gentiles, cuya vocacion

a

la

fe comienza.

a

anunciar el apóstol , como que debe ser el

principio de su libertad. El Mesías se llama en la Escritu-

B

4

ra