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DOMINGO
VEINTE
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y
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morrion de· la
sa lud,
y la
espada del espíritu., que
t:S
la pa–
labra de Dios.
NOTA. -
~(
Despues
de haber reprehendido San Pablo
con su
.,acostumbrado zelo
y
mansedumbre los
d~fectos
de los
,, fieles de Efeso , les da reglas para cómo
han
de
go–
., bernarse
y
regl'ar sus costumbres. Da avisos saludables
"ª
los padres
y a
las madres'
a
los hijos'
a
los amos
,, y a
los criados ;
y
acaba su carta t:ncomendá¡dose en
»sus
oraciones."
REFLEXIONES.
No es contra
la
carne
y la
sangre contra quienes tenemos
que pelear
,
sino contra los principados
y
las potesta–
des, &c.
Por la carne
y
la sangre enciende aquí San Pa–
blo los hombres, los quales no son sino unos enemigos
compuestos de carne
y
hueso como nosotros;
y
por
consi–
guiente unos enemigos que no tendrán ninguri poder sobre
nuestra a1
ma , ni
sobre nuestro corazon. Su fuerza , sus
ar–
dides
y
todas sug astucias tien en otra esfera mucho menor,
y
no es ta n dificil ponernos
a
cubierto de sus tiros. Los
ene-migos e spirituales contra quienes tenemos
que
com–
batir toda la vida son mucho mas terríbles : son uno¡
enemigos
que
no se perciben sino
por
sus ataques,
·y
cuyos.
tiros nose ven sino por las heridas que hacen : tambiea
tenerr.osque combatir, dice en otra parte el apóstol, con–
tra la carne
y
la sangre, es decir, contra los deseos de
la
carne, contra los movimientos de nuestr-a propia con–
cupiscencia, contra nuestras malas inclinaciones. Nosotros
mism')s somos, por decirlo así, nuestros mas temibles
enemigos : nuestros sentidos nos halagan
y
nos engañan,
nuestras pasiones nos hacen una guerra mortal ;
y
debe–
mos continuamente desconfi ar
de
nuestro propio corazon,
el que siempre está de inteligencia con nuestros sentidos•
Los principados, las potestades ,
los
rectores de las tinie...:
.
bl
.
•as
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