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334

DOMINGO

VEINTE

Y Ut'O

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dos de . fuego del mali guo:

y

to–

mad el

morrion de· la

sa lud,

y la

espada del espíritu., que

t:S

la pa–

labra de Dios.

NOTA. -

~(

Despues

de haber reprehendido San Pablo

con su

.,acostumbrado zelo

y

mansedumbre los

d~fectos

de los

,, fieles de Efeso , les da reglas para cómo

han

de

go–

., bernarse

y

regl'ar sus costumbres. Da avisos saludables

los padres

y a

las madres'

a

los hijos'

a

los amos

,, y a

los criados ;

y

acaba su carta t:ncomendá¡dose en

»sus

oraciones."

REFLEXIONES.

No es contra

la

carne

y la

sangre contra quienes tenemos

que pelear

,

sino contra los principados

y

las potesta–

des, &c.

Por la carne

y

la sangre enciende aquí San Pa–

blo los hombres, los quales no son sino unos enemigos

compuestos de carne

y

hueso como nosotros;

y

por

consi–

guiente unos enemigos que no tendrán ninguri poder sobre

nuestra a1

ma , ni

sobre nuestro corazon. Su fuerza , sus

ar–

dides

y

todas sug astucias tien en otra esfera mucho menor,

y

no es ta n dificil ponernos

a

cubierto de sus tiros. Los

ene-migos e spirituales contra quienes tenemos

que

com–

batir toda la vida son mucho mas terríbles : son uno¡

enemigos

que

no se perciben sino

por

sus ataques,

·y

cuyos.

tiros no

se ven sino por las heridas que hacen : tambiea

tenerr.os

que combatir, dice en otra parte el apóstol, con–

t

ra la carne

y

la sangre, es decir, contra los deseos de

la

carne, contra los movimientos de nuestr-a propia con–

cupiscencia, contra nuestras malas inclinaciones. Nosotros

mism')s somos, por decirlo así, nuestros mas temibles

enemigos : nuestros sentidos nos halagan

y

nos engañan,

nuestras pasiones nos hacen una guerra mortal ;

y

debe–

mos continuamente desconfi ar

de

nuestro propio corazon,

el que siempre está de inteligencia con nuestros sentidos•

Los principados, las potestades ,

los

rectores de las tinie...:

.

bl

.

•as

1