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DOMINGO
VEINTE
Y
UNO
su.s lágrimas, no
quiso
oirle; ántes bien haciéndole pren–
der por un alguacil , le mandó poner en la cárcel hasta
que le pagase toda la deuda. Una accion tan bárbara,
y
ua
tratamiento tan inhumano para una suma de cien dena–
r ios ' por un hombre
a
quien acababa de perdonársele una
deuda de diez mil talentos, hizo gran ruido. Indignados
todos los otros criados ·de un modo .de portarse tan vio–
lento , van a buscar al amo , y le cuentan todo el hecho.
Montó en cólera el rey ; y habiendo hecho venir
a
su pre–
sencia
a
aquel
m~l
criado, le dixo enojado: Infeliz, te
acabo de perdonar de pura cotnpasion todo lo que me de–
bías, aunque era una suma
muy
excesiva, y esto solo por–
que me lo rogaste;
i
no debias tú tener misericordia de tu
compañero, como yo la tuve de ti, y perdonarle a deu–
da~
Vete
qe
aquí , corazon de piedra : anda , que eres in–
digno de que te se haga ninguna
racia ,
y
así no tienes
que e perarla de mí;
y
volviéndose
a
los ministros
de jus–ticia' dixo: Que le pongan en la cárcel'
y
no le
suelte.tí?hasta que haya pagado toda la deuda.
.No es
n ~ cesario ,
añadió el Salvador, que os explique
esta parábola: desde luego compr hendeis que este re}'\
este amo significa el Padre celestial, que
a
la hora de la
muerte hace dar cuenta
a
cada uno de toda su vida; no
hay ninguno que no sea responsable
a
la justicia divina,
ninguno que no enga nec si ad de misericordia ; ni debeis
esperarla para vosotros, sino en quanto la exercitáreis con
los otros. No os engañei , no habrá miséricordia pJra
C!J.Uien no h biere usado de misericordia, si vosotros no _per–
dona is
a
vuestros hermanos de todo corazon las ofensas
qu .. hubiéreis recibido de ellos, no debeis esperar perdon
de las vuestras .
Dios nos perdona para que nosotros perdonemos, dice
San Agusf n;
y
si no otros no perdonamos, hará revi vir
la deuda. Imitemos la conducta de nuestro Padre, si no
queremos ser desheredados. Parece claramente p<:Jr el
evang lio de
hoy,
que los
pecado~
perdonados reviven,
añade el mismo San Agustin; esto es, la pena del
pec~do,
como explica Santo Tomas ., quando no tenemos compa–
,sion , · ni usamos de caridad con nuestros hermanos. Son
dignais de notarse las palabras de este Sá\nto .doctor:
Redi–
re .dimíssa peccáta,
.ubi
frartérna
chfl,ritat
non est,
aper-
tfr-
..