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33~

DOMINGO

VEINTE

Y

UNO

su.s lágrimas, no

quiso

oirle; ántes bien haciéndole pren–

der por un alguacil , le mandó poner en la cárcel hasta

que le pagase toda la deuda. Una accion tan bárbara,

y

ua

tratamiento tan inhumano para una suma de cien dena–

r ios ' por un hombre

a

quien acababa de perdonársele una

deuda de diez mil talentos, hizo gran ruido. Indignados

todos los otros criados ·de un modo .de portarse tan vio–

lento , van a buscar al amo , y le cuentan todo el hecho.

Montó en cólera el rey ; y habiendo hecho venir

a

su pre–

sencia

a

aquel

m~l

criado, le dixo enojado: Infeliz, te

acabo de perdonar de pura cotnpasion todo lo que me de–

bías, aunque era una suma

muy

excesiva, y esto solo por–

que me lo rogaste;

i

no debias tú tener misericordia de tu

compañero, como yo la tuve de ti, y perdonarle a deu–

da~

Vete

qe

aquí , corazon de piedra : anda , que eres in–

digno de que te se haga ninguna

racia ,

y

así no tienes

que e perarla de mí;

y

volviéndose

a

los ministros

de jus–

ticia' dixo: Que le pongan en la cárcel'

y

no le

suelte.tí?

hasta que haya pagado toda la deuda.

.No es

n ~ cesario ,

añadió el Salvador, que os explique

esta parábola: desde luego compr hendeis que este re}'\

este amo significa el Padre celestial, que

a

la hora de la

muerte hace dar cuenta

a

cada uno de toda su vida; no

hay ninguno que no sea responsable

a

la justicia divina,

ninguno que no enga nec si ad de misericordia ; ni debeis

esperarla para vosotros, sino en quanto la exercitáreis con

los otros. No os engañei , no habrá miséricordia pJra

C!J.Uien no h biere usado de misericordia, si vosotros no _per–

dona is

a

vuestros hermanos de todo corazon las ofensas

qu .. hubiéreis recibido de ellos, no debeis esperar perdon

de las vuestras .

Dios nos perdona para que nosotros perdonemos, dice

San Agusf n;

y

si no otros no perdonamos, hará revi vir

la deuda. Imitemos la conducta de nuestro Padre, si no

queremos ser desheredados. Parece claramente p<:Jr el

evang lio de

hoy,

que los

pecado~

perdonados reviven,

añade el mismo San Agustin; esto es, la pena del

pec~do,

como explica Santo Tomas ., quando no tenemos compa–

,sion , · ni usamos de caridad con nuestros hermanos. Son

dignais de notarse las palabras de este Sá\nto .doctor:

Redi–

re .dimíssa peccáta,

.ubi

frartérna

chfl,ritat

non est,

aper-

tfr-

..