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DESPUES DE PENTECOSTES.

31

r

la.

Aquel in .

truye

el espíritu,

y

é

ta el corazon. Jesucristo

nos enseña qu c:

la fe debe ser

viva,

y

San Pablo

~ue

deben

ser

puras las

co~ tumbres; a~í

aguí como •en quanto he–

mos dicho se ve que

la

Jglesia e ige para los domingos

del año lo que es mas ptopm para avivar nuestra

fe' ,

y

fo–

rnen car la devocion .

El intróiro de la misa se to111ó · de la oracion que hizo

a

Dio Azarías, uno

de l©s

tres jóvenes hebreos,

que por

haber rehusado c0n tantememe tributar

a

la estátua de Na–

bu ·odonosor los honort's debidos

al

solo verdadero Dios,

fuéron arrojados en un horno encendido, el qual fué

pa–

ra ellos un lugar

de

refrigerio en que cantaban Jas alaban–

zas de

Dios

,

y

en

donde Azadas hizo

a

Dios

la oracion

de

q ~'\!

se

t

máron las palabras del intróito de

la

misa

de

hoy.

Omnia , qute f ecísti nobis, Dómine, in vero j udício f ecísti:

nada habeis hecho con nosotros, Señor, que no sea muy

justo. Nuestros pecados tienen bien merecidos los castigos

que padecemos: por pesada que sea la mano que nos hie–

re : por mas excesivos que sean nuestros males , no igua–

lan

todavía

a

nuestras iniquidade • Confesamos, Señor,

que hemos pecado :

.Quia

peccáv imus

tibi

;

y

que hemos

desobedecido

a

tus preceptos: gue hemos quebrantado

tu

santa ley,

y

violado todas tus órdenes:

Et mandátis tuis

non

obedívimus.

Pero

¡o

Dios lleno de bondad! Vos

is

mas misericordioso, que pecadores no otros.

/)a

glóriam

nórnini

tuo,

&

fac

nobíscum secúnditm multitúdinem mise–

f'icó1·di~

iu« :

r.!ngm1a

cosa contribuirá ma.

a

la gloria de

vue tro nombre, que la indulgencia que useis on esce pue·

blo ingrato

y

rebelde. Conocemos la enormidad de nues–

tros pecado ; pero sabemos que vuestra mi "eric rdia

<

s

iC1 fi–

nita ,

y

que no omos capaces de agotarla. Eoterne éo · , , e–

ñ

r,

y

movéo

a

compasion

a

vi

ta de nuestros gt-mi C: o ,

y

de

nue ·tras lá Tima ;

y

dignáos tener misericordia de un pue–

blo

a

quien tanto haheh amado.

Ve aquí e mo e debe

pensar~

y

cómo e d be

ha~

L r

en toda

Ja adver idade , en toda

la afti ci ms, en to–

da

Ja

calamidade

públi a :

~ea i

bt

ndi w

~

S ñor , por

t

a las adv r

i

ade que no

r. ct d .r: por . ev ro c; ue ea

el a ti o, mu ho

mayor

le

1

er en

nu1, tros

p c2do ,

y

siempre nos ca tigaréis mé1o de ·o que me1ecen nue t ras

V 4

cul-