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DOMINGO DIEZ Y
NUEVE
· E-ntrad
por.lapuerta angosta, nos dice el hijo de
Dios,
porque
es
ancha la
puerta; y espacioso·
el
camino que lle–
va
a
la
perdiGibn ,
y
grande el número de los que andan
por ·él. '¡Que ·estrecha es la púerta, qué angosto
el
cami-–
no
tjue
lleva
a
la
vida'
y
que pocas son las pers@na's
que
atinan con la entrada!
.
.
!'
Muchos .son los
llamad.o:~,
dice·en
otra parte(Matth. 20),
p·ero de . est9s mis r;iosi_que.son llamados, ha
y pocos que
sean escogido_s.
E~ ta~terr iple
.verdad que ...
¡
Sal
vaQ.orr epe-.
tia tantas
veces
·a·
sus
. dise·ípu~os,
habiendo m
ovid0.
.a
uno
de
ellos
a
hacerle esta pregunta;
i
Señor, con que es cor–
to el número de los que -se han de salvar (
Luc.
13
)~
El
hijo de Dios ·por no asustar
a
~os
que le escuchaban , pa-
. rece quiso eludir ·.¡¡¡ pr_egunta .; con tent ándose con '1arles .
est~- respµ~sta
:
'füj~$ .~io"s, '
la
Jpuel ta
1
del
cielf:>
es
estrecha,
ha~ed,los
·mayores esfuerzos
~ara ~ntrar
por ella.
· El
apóstol,
l·l~no
del
es.píri~u
de
su maestro
(Corint.
10.),
compara indiferentémerite todos los cristianos
a
los que
éorren en
el
paJenqu~
:.tpdos
corr~n,
dice. el npóstol, pe–
fO
uno solo. se lleva
eJ
prernip: de ·la ·car.rera ;
y
para per–
suadirnos .a vque habla- de ·los fiéles
~
trae .el exemplo de
los israelitas. con quienes Dins babia ·hecho tantas ·y tan
estupendas maravil'las. Todos habían sido bautizados, dice,
por Moyses
en la
nube
y
en el mar;
y
de mas
de
seis–
cientos mil h9mbres capaces
de
llevar armas, sin contar
rnugerés, 'viejos y _niñ9s -, que· saliéton de Egypto ·para ir
a
la tierra de ·proinisibn ' sólos dos entráron en ella '
que
fuéron Caleb y Josué•.¡Terrjble fi.gura
!
i
Y
los.exemplos son
acaso ménos
terribles~
De
todos los habitantes del univer'so una sola
familia
se
escapa de las aguas del diluvio.
ne·
cinco grandes
ciu–
dades reducidas a cenizas por el fuego del cielo ' solo
qua–
tro personas
sé
ál
v. an del
incendio· ..
De
1
tantos paralíticos
como estaban aguardando al rededor de la piscina , uno
solo sanaba cada vez.
Isaías
compara
el
número de esco–
gid
os a aquel corto número
de
acey~unas
que quedan en
las
oliv.asdespues de la cosecha' y
a
.aquellos:ipoeos
.raci–
mo
s que ·· se · escapan·
a
la idi1igencia de, los, . vendimiadores:
.¡Buen Dios! Quando fuera verdad que de diez mil personas,
una sola se habia de condenar , toda vía deber ía yo tem–
blar
y
temer ser este
desventurado.
¡Mas
ay!
quizá de
,
diez