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DESPUES DE PENTECOSTES.

301

pondido

a

las primeras gracias! Id

a

Jos caminos ,

y

él

quantos encontráreis, convidadlos

a

la -boda. Dios nunca

pierqe

nada

porque nosotros no aceptemos los favo res

que

no~

ofrece :

Potens est Deus de lapfdibu,r;. istis susci–

tare

fílios Abrahce:

De estas piedras, decia el Salvador

a

los judíos

~

puede Dios hacer

que

nazcan hijos

de

Abrahan. No vivamos neciamente confiados en la santidad

de

nuestros padres; porque si no los imitamos, solo ser–

virá

para condenarnos;

y

quando los primeros criados

se

saleo de su se

vicio,

sabe Dios

hallar

E>tros nuevos mas

fi eles que los antiguos.

A

los judíos arrojados de Dios por

sus del itos le ha sucedido otro pueblo , que por su fideli–

dad

a

la gracia

ha

venido

a

ser la raza de Abrahan,

y

el

puebk)

de

la nueva alianza. Dios manda

a

los apóstoles

que conviden\ las bodas

a

quantos encuentren. Para con

Dios

no

hay aceptacion de personas, quiere que todos

los hombres sean convidados

a

la salvacion'

a

la gracia

dei evangelio.. Los apóstoles, despues de haber protestado'

contra la incredulidad de los judíos, se vuelven

hácia~los

gentil~s,

y

llevan

la

salvacion con las luces de

la fe

hasta

las extremidades del mundo. Quando la Inglaterra

y

los

paises del Norte se hiciéron indignos del rey no de Dios,

revelándose contra

Ja

Iglesia, fué anunciado el evangelio

a

los pueblos del Oriente;

y

la Iglesia de Jesucristo vió ex"

4

tenderse sus -conquistas

en las

Indias,

en el

Canadá,

en· e1 ·

Japón

y

en la China.

·

La segunda parte de

la

parábola habla con los cristia–

nos, los quales no deben de tal modo contar sobre

la

pre–

dileccion

y

la bondad · del Señor, que descuiden de sus

obligaciones ,

y

de vivir en la inocencia. Por ser admitidos

en la sala del convite no somos mas felices, si compare–

cemos en ella sin el vestido de boda. El terrible castigo

pe aquel convidado que

fué

arrojado de la sala, es una

.

gran leccion para todos Jos fieles. Ni la santidad del lugar

y

de la profesion, ni la abund-ancia de Jos socorros espiri•

tuales, ni los buenos exemplos nos _aseguran . un .puesto en

la estancia de los bienaventurados: no nos abroguemos las

v irtudes agenas., la santidad es personal;

y

si no estamos

vestidos

q:m el

vest ido de boda: si nÓ vivimos

y

morimos

en la inocencia, serémos arrojados de la sala_

y

de la .mesa

de las

bodas

para ser

precipitados al

.iµfierno.

Lp