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• 1

DESPUES DE PENTECOSTES.

·103

has disipado mi caudal, que empleas muy mal el dinero

gue te

he

entregado , y

que

tienes muy poco cuidado de

las cosas de

m~

casa.

Y

a no puedo servirme mas de un

hombre

de

que todo

el

mundo murmura.

Disponte

para

darme las cuentas de tu administracion,

que

no puedo con–

fiarte mas el· cuidado de mis negocios. Es fácil de com–

prehender el sentido moral

de

esta parábo.a.

i

Quien

no

sabe que todos nosotros somos deudores

al

Señor, que

todos somos sus ar rendadores

y

ecón0mos

~- Todos

los bie–

nes que poseemos son suyos ; suyos somos tambien

noso–

~ros,

y

debemos un ct ia dal'l e cuenta no solo de los bienes

exteriores que tenemos

a

nuestra disposic!on, como son

ricas -herencias, fundos de tierra, rentas crecidas, sino

t f1l3l bien _ nuestro tiempo , de nuestra salud , de nuestros

talentos, de las fa cul tades de nuestro cuerpo

y

de nuestra

alma ,

y

fin almente de todo quanto tenemos,

y

d e todo

q t¿anto somos :

son

estos unos bienes , son unos fondos,

que debemos hacerlos redituar ,

y

de que hemos de dar–

le

cuenta..

Et hic diffamátus est apud illum.

¡Infieles

ad–

minist radores ! ¡Que pocos

somos

lo 'l

_que

no seamos acu–

sados delan te de él de habe r disipado los bienes que habia n

d e positado en nosot ros,

y

de haberlos empleado

y

gastado

m a l

!

No

necesitarno ') mas acusador

que

nuestra conciencia.

R edde rat ionem villicationis tute:

Dame cuenta

de

lo

que

has recibido. A la hora de la .muerte, al momento de nues–

tro juicio particular , recibirá cada uno de nosotros esta

ó

·den : gentes del mundo,

dadme

cuenta del uso qu.e ha–

beis

hecho de vuestra salud , de vuestro tiempo ,

de

vues–

tros ta lentos. G randes del mundo, dadmé cuenta de esas

g randes haciendas,

de

esos empleos distinguidos,

de esa

autoridad,

de

esa magnificencia. Eclesiásticos ,

dadme

cuenta de esas gruesas rentas, que eran el patrimon io de

los pobres,

y

de que vosotros no érais sino unos meros

administradores , de esos talentos con que

d eb~a is

haber

negociado.,

y

q~e

debíais haberlos hecho re

~ itua r.

Reli–

giosos, religiosas, dadme cuenta de todas las ven tajas

temporales

y

espirituales

que

en vues tro es tado habe is re–

cibido de mi bondad. Todos hemos r eci bido ouanto te–

nemos

y

quanto somos; y todos debemos

un día

dar

cuen~a

de lo que se nos ha entregado.

¡

Huen Dios , qué

de

perso-

as desgraciadas , por no

tener

que

responder

a

este ca go

!

>

-

G 4·

E l