DESPUES DE PENTECOSTES.
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puro amor; el pr·ndpal motivo que se proponia en quan–
to
ha
ia
aqu 1
pueblQ carnal, aquellos
servidores
medio
esclavos,
era el temor del castigo. En el nu vo Testamen·
to q
ii
r
Di
ser
serv ido
por
amor.
El
espíritu
propio
de la
ley
de Mo
se era
un
espíritu
de
terror
y
de ame–
naza: baxo
esta
idea
nos
la
r epresenta
el
a pósto l ;
al con–
trario la ley nueva,
sien
o una ley de gracia, que
por
sí misma nos comunica
el
Espíritu santo,
y
nos eleva
a
la
dign'idad de
h ijos
de
Dios, nos
hace
encontrar en
la
ca–
ridad
un
motivo
de
obediencia mas eficaz
y
excelente.
No
porque
no sea
el mismo Espíritu santo el
autor
del te–
mor saludable,
y
del
amor
puro
y
sobrenatural;
así lo ha
difinido 1
Iglesia, la que
no
quiere que en
la 1
y
nueva,
-... es la
ey
de
amor ,
esté
desterrado el
temor
de las·
pe–
nas
y
de
la
justicia divina,
con tal
que vaya acompañado
de 1 s disposiciones
que señala
el santo concilio de
Tren–
to.
El temor
salu lable
es
un
don de Dios, no ménos
que
el amor; pero
estos
dones no
son
iguales, aunque
vienen
de una misma mano. El
temor , dice San Agustín ,
des–
n1onta y
traza,
por
decirlo
así,
la
conversion; y la
cari–
dad
acaba.
Muchos profetas
y
santo padres de la anti–
gua
ley
sirviéron
a
Dios
por
amor,
habiéndoseles comu–
nicado
desde entónces por anticipacion
el
espíritu
del
evangelio en
atencion
el
los méritos de
Jesucristo
futuro;
pero este espíritu
debe
reynar
universalmente
el
dia de
hoy
en
todos los
fieles; pues por la gracia de
la
adopdon
que nos mereció Jesucrisrn, no
solo debemo
llamar a
Dio , nuestro S
.ñor,
sino
especialmente,
nu éstro
padre.
S ed ncc pfstis spfritum adoptionis filiorum , in
quo
clamá–
mu
:
..t4bba
(
Pat er
).
Habeis recibido el
espíritu de adop–
cion de hijos de Dios, por el qu 1 decimos, Padre,
Padre;
e m
i
dixera el apóstol:
Los hebreos
llamamos
al Se–
ñor n nu
tra l ngua
siriaca
Abba,
que
significa lo mis–
m
qu
Pat r
en vuestra lengua
la tina. Pues
este mi mo
e píritu' añ de
el apóstol' da
testimonio
a
nue tro espíri–
tu
Je que somo hi3os de
Dios;
quiere decir, q e el mis–
mo E píri tu
s
nto nos confirma
y
aucoriza en e ta confi an–
za de llamar
a
Dios
nuestro
padre: él
es
quien incerior–
men
n s test"fi ca
que omos h ijos
de
Dios; e p cialmen–
te di"' pue que el S ñor derramó su anw espíritu en nu
s–
tr
corazone • Qui....n nos
da
este
derecho .,
es la nueva
Tom. V.
G 3
aliaa-