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D01'v1INGO OCTAVO
alianza
que
Dios ha
he'cho
con
nosotros
por medio de Je–
sucris to. No es e to decir, que este suave testimonio de
una buena concien,d a deba darno.s
una
entera
y
absoluta
certidumbre
de
nuestra justificacion,
qice el
sabio
intér–
prete
qu ·-~
hemos cita:io tantas vece. , corno falsámente se
lo imaginan los hereges: el apóstol solamente-quiere de–
cir, que la confi anza que tienen los verdadero fieles de
ser del número de lo <>
hijos de Dios , no es ni vana ni
pre, untu sa , pues .-e fun da sobre la inspiracion
y
testi–
monio del Espíritu santo. Todos aquellos
a
quienes el Es–
píritu santo da interiormen re e
s e testimonio, son verda–
deramente h ijos de Dios.
P~ ro
nad.iesabe con una entera
certidumbre que es el
E~ pírirn
santoqu ien le e;la este tes–
timonio:
Nescit horno, ultrum amóre an ódio
dignum
J.,, ,
dice el Sabm (
E ccl.
9. ): No sabe e l hombre· si es .
i _
no de
amor
u
de
ÓL.. ÍO;
tiene, pues, razon el santo apóstol en
exhortar
a
los fiel es
a
trabaja r en
su
~a
vacion con temor
y
temblor :
Cwn metu
&
tremare v estrani salútem operá–
niini
(
Philip.
2. ).
Si somos hijos , couclu
ye
San Pablo,
tambi en somos heredero. ; heredero. d igo
d
Dios ,
y
cohe–
red-.. ros de Jesucr isto:
H ceredes quidem D ei, cohcerédes
autem Christi.
Quien nos da derecho a la
herend a
de nues·
tro padre es la augusta
qual idad
de hijos -de Dios•.
Pero
si querernos conservar este derecho es menesttr que sea–
mos hijos sumisos
y
obedientes ; pues un padre tiene de–
recho de
desheredar
a
los hijos
rebe ides ,
y
nosotros so–
lo serémos reconocidos .por verdade ros hijos d t! Dios en
quan to fuéremos con fo mes
a
la imá-Jen de Jesucristo pa-
'
d t:ciendo :
Confórmef fíeri imáginis fílii sui.
El evangelio de la misa de
este
d ía contiene la
pará~
bol a
del mayordomo, que aunque infiel
a
su obli gacíon,
pero
fué
prudente
y
astuto en hacerse amigos que pudie–
sen servirle de recurso en su desgracia. El fin de esta pa–
rábola es movernos
a
hacernos amigos en el
cielo
por
me–
dio de nuestras limosnas.
Habia un ma yordomo en casa de un hombre de dis–
fncion, decia un dia
el
Salvador
a
SU)
discípulos , el
qu~l,
habiendo di
ipado la hacienda
de
su amo,
fué
acusado
_d
~
que gastaba mal el caudal que esta ba
a
su ca i:g0. Io–
fvrmado de ello el amo, le hace venir
a
•u
pre ~ encia'
y
le
dke:
i
Que es lo que oygo decir de ti? Se me asegura que
'
has
'