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IOO

DOMINGÓ

OCTAVO

gracia;

y

m ·~diante

e '5 ta gracia' mortificamos' domatnns

las pasiones, reprimimos las malignas impresiones de la

conc upiscencia, y de-l\amos de obrar las obras

de

la carne.

Q uicúrnque enirn spíritu Dei agzíntur

,

ii sunt filii Dei;

porq ;.1e

to Jos aquellos

a

quienes hace obrar el espíritu

de

D ios ,

son h ijos de Dios;

y

púdiera añadirse, que

no _

hay

otros

qu e sean propiamente hijos de Dios, que los que es–

tá n animados del espíritu _de Dios, que Jos que obran

p or la sua ve impresion de este divino espíritu,

y

siguen

~us

mo vimientos

y

sus luces. Si ·nuestras

~tciones,

por

mas

loables que sean ' por

mas

buenas qúe parezcan,

ti enen otro motivo

o

vienen de otro principio, son accio–

nes vacías ' acciones defectuosas , obras muertas' despues

de

las

quales nos dice Dios:

Non novi vos:

no

s

cono~co;.

Aquellos

a

qui t:' nes el espíritu de Dios

hace

obrar:

Sprri–

tu D ei

agúntur;

estos

son sus hijos, dice San· Agustin ;

sed spiritu ex hortánte, illuminánte, adjuvánte:

no por fuer–

Z<l ,

m con viol encia, sino exhortando con sus suaves inspi–

raciones, ilustrando con

sos vivas

luces, ayudando con

los socor ros

de

su

gracia.

Scirnus.,

dice

el apóstol,

quia

ai~igéntibus

Deum ómnia· cooperántur in bonum:

sabemos

que todas las- cosas contri buyen al bien de los que aman

el

D ios.

Si

no hicie ras nada, si no obráras, no se podría

decir que el E spíritu

s~nto

cooperaba:

Si non -esses operá–

t or,

dice

San Agustin

(

Serm.

13.

de verbis Apóstoli), non

esses ceoperdtor.

El hombre coopera

i

su

conversion con el

Espíritu santo; pero no coopera sino ayudado de la gracia.

Por lo demas , vosotros no habeis recibido el espíritu

de servidumbre par , estar·

otra .

vez en

el

temor :

Non

enim accepístis spfritum servitdtis

íte~~um

in

t imore;

ya no

debeis obrar por un esp tritu de temor, como si

fuérai~

toda vía e clavos: ' el espíritu de amor debe ser el único

moti vo.,

1

y

como el alma de todas vuest ras

acciones~

des–

de que

tene.is

la dicha de haber sido adoptados por hijos

del

Padre

celestial. El es píritu de l a 'ley de Moys·es era

un

espírit u de temor: el

espíritu

del e \ angelio de J esucris to

es un espíritu de

amor .

La ley a nti gua

fué

dada eatre

t i:_uenos

y

rel ámpagos., los

que

suspiran siempre terror;

pero la nueva

ley

nació en el Cal var io, quando murió el

Sa lvador por un efecto· de l mas estupendo amor: en el an–

tiguo Testamento había pocos que sirviesen

a

D ios por

pu-