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DESPUES

DE

PENTECOSTES.

1q9

El evangelio es del capitulo

16

de San Lúcas.

ln

illo témpore

,

dixit Jesus

iJiscf

pttlis

.rui.r parábolam hanc:

Romo quidam erat dive.r

,

qui

habébat vtllicum

:

8

hic dijfa–

mat us

e.rt

apud illum quasi di- .

tipá.r.ret bona ipsíus. Et vocd–

vit illum,

S

ait illi

:

,Quid hoc

Mudio de te? redde rationem vil–

Jicatiónis tur.e

;

jam enim non

pó/eri.r vitlicdre.

Ait

autem

villicus intra se

:

Quid f¡íciam,

'J. ftia dóminu.r eus áufert d mi

,

vil

t

i8nem

·.

!ódere non

váleo,

mendicáre erubésco. ScifJ quid

f

áciam

,

ut

,

cum am8tus fúero

a

'vitticati8ne' recípiant me in

domos suas. Convqcári.s ítaque

sínguii.r debitóribus . dómini sui,

Jicébat primo

:

Quántum debes

dómino meo?

At

ille dtxit: Cen-

tum cados ól i. Dixltque

illi:

Accipe cauúonem tuam

CB

se–

,

de cito, 1cribe quinq·uaglnta,

'

efnde álii dixit

:

tu vero

')Uantum Jebes

1

Qui

ait: Cen-

tum coros

trltici. Ait

ilti: Ac–

'ipe lttteras

tu.as

,

S

scribe

oc–

togfota. Et lauddvit dóminu.r

vítlicum iniquitdtis, quia

pru–

dént er

j

ed s

set

;

quia .filii huju.r

sa;culi prudentióres filiis lucis

in

gener:1.t

18ne sua .runt. Et ego

vobu

die

o:

f ácise vobis amícos

de mammóna iniquitátis

:

ut

ctJm defeced't is

,

recfpiant

vo.r

in

lfténia

tabernácuh~.

En

aquel tiempo, dixo Jesus

á

sus discípulos esta parábola:

Un

cierto hombre tenia

un

mayordo–

mo, al qual

le

acmáron delante

de

él

de haberle d isipado sus bie–

nes;

y

le llamó,

y

le dixo:

?,

Que

es lo que me dicen de

ti~

Da cuen–

tas dé tu mayordomía, porque de

aquí en adelante nó podrás exer–

cer ese empleo. El mayordomo

díxo para sí. ¿Que haré supuesto

que mi amo me quita la adminis–

tracion? Cavar no puedo: mendj–

gar me da verguenza ; pero yo sé

lo que tengo de hacer para quan-:–

do haya sido apartado de la ma–

yordomía me reciban en sus ca–

sas algunos. Y así, habiendo con–

vocado

á

todos los deudores de

su amo, decia al primero:¿ Quan–

to debes

a

mi amo?

y

él

respon~

dió: Cien medidas de aceyte.

Y

él

le dixo: Toma tu recibo, y sién–

tate prontamente' y escribe cin–

cuenta. Des

pues

dixo

a

Otf0:

l.

y

tú quánto debes? El qual dixo:

Cien medidas de trigo. Respoudió–

le: Toma tus asientos, y

~scribe

ochenta.

Y

el_amo alabó al mayor–

dcmo infiel porque habia obrado

-p,rudentemente; porque los

hiJoS

de este siglo son mas prudentes en

su género, que los hijos de la luz.

Y

yo os digo: Hacéos amigos por

~edio

de las riquezas de iniquidad;

para que quando quebreis,

0s

re–

éiban en

l0s

eternos tabernáculos. ·

ME·

'