DE
QUARE~MA.
3?.7
lado. Sabían
muy
bi
n,
que el
padre de que hablaba Jesu–
s.ucristo,
era
su
Padr e
·Ecerno,
Señor
y
criador de todas
la,s e sas : Jesucristo se
lo ·
babia dicho
con
bastante
cla–
ridad
muchas
veces,
y
no hacia misterio
de
ello.
Fingen
no obstante igno ra r lo,
y
le
dicen
que
les ensefe dónde·es–
taba
su
Padre.
Qu~rian
sacar de
su boca ,
dice
San
Cri sós–
tomo, alguna cosa con que
pudiesen
hacerlo
pasar
en la
estlmacion
del pueblo
por
un
blasfemo,
á
fin
de
desacredi–
tarlo
y
perderlo.
R espóndit Jesu.s,
neque me
scitis,
neque
Patrem meum.
Pero como el Salvador conocia
el
fondo
de su
corazon
y
toda su malignidad , les respondió: es-
- tais ciegos ,
porque
quere is estarlo ;
y
así
no
me
conoceis
á
mí
ni
á
mi
Padre.
Si
hubiérais
sido
dóciles
á mis instruccio–
nes, hubiérais aprendido quién
soy,
y
hubiérais sabido al mis–
mo tiempo quién es mi Padre: si hubiérais querido
rendi–
ros
á
las
pruebas
que
os
he
d_ado de
mi
div inidad, no
bus–
cárais
á
mi
Padre
sobre
la tierra,
hubiérais sabido que es·
tá
en
el
-cielo:
Htec locútus est Jesus in gazophylátio, do–
cens in templo.
Lo que llamaban' el tesoro ,
era
una pa rte·
--del
templo
muy freqüentada
donde
babia
colocados
dife–
rentes cepos para echar
en
ellos las ofrendas
del
put-blo.
Habló en esta ocasion el Salvador
con
mucha
firmeza,
y
de un modo
bien
claro
y
preciso de su divin idad,
y
de su
igualdad de
natu_raleza
con su Padre , aunque conocía el
. riesgo que amenazaba
á
su vida. Estaba
rodeado
de
una
multitud inmensa
de
oyentes, cuya mayor parte
eran
sus
enemigos:
los
sorprehende
con
una l iber tad propia de su
persona : les habla como
Señor.
sin reparar en que tenia
que habe rlas con unos hombres neros
y
vengativos'
de
cu–
ya
malignidad había
que
temerlo todo. Pero como no
era
· llegada su horá. , nadie osó poner en
él las
manos. No
te–
niendo autoridad
.::obre él
n inguna
criatu ra ,
y
debiendo
entregarse él
mism_o
voluntariamente á la
muerte
por lá
s~lvacion
de
los
hombres. no podia
ser
p reso sino quando
quisiese. No siendo ll egada
la
hora gue Dios tenia seña lada
para-tos
sufrimientos de
su
hijo. sus
enemigos
no
forman
,contra él sino vanos
proyectos.
Prosigamos la obra
de
Dios
sin inquietarnos sobre lo que _puede .sucedernos
de
parte de
]os hombres; en
la
inteligencia , que éstos no
tendrán
para
dañarnos
sino el ti
mpo
y
el
poder que ()ios querrá
darl\!s;
y
si gustare su
Magestad abandonarnos por último
á
sus
vio-
X 4
len..