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QUARTO SÁBADO
prehensib!e,
i
Pero
es
mal fác il de comprehender el -poco
amor,
el
poco reconocimiento que .nosotros
mostramo '
á
D ios? Dios dice que no se olvidará j amas de nosotros:
-ipor ventura no.sotros no nos olvidamo'> jamas de
Dios~
z
Pemamos
en
Dios quando formamos
aquellos
proyectos .de
soberbia , aquellos
d~signio~
de
ambician , aquellas ideas de
grandeza
y
de fort una en que pasamo'> la mayor pa rte de
nuestra vida
?
i
Pemamos en Dios en esas concurrenci as
mundanas , en que la rdigion tjene miedo de
most rar–
se
á
cara
d ~ scubiert·
: donde
la
devocion
es
un nombre
desconocido,
ó á
lo
menos desusado;
de
donde
el
Espíritu
de Jesucristo
es tá
desterrado.
y
en donde las -máximas ·
del
evangelio están proscri
p
as ?
i
E te Dios olvidado en el
mun~
do es siquiera
mas
honrado en el lugar santo por aquellos
que están en él con ménos
modestia,
con rnénos
respeto ~
con
ménos d<'-'.ceucta que t-starian en
Jos
expectáculos
profanos~ .
N en est qui recógitet carde.
i
El
.corazon t iene
mucha parte
en
elius actos
exttt riores de
reli ~( on ?
¿El espíritu de esta reli–
gion. que. es tan sAnto, reyna en todos los
e.itadoc;
en todas
las edades , en ro -ias las
condiciones de
la vida? La
fe
$e
apaga por la corl'upcion de
las
costumbres;
y
quando la cor–
ru pcion de las costumbres se derrama como un torrente,
quando
d
contagio penetra
ca~ i
por todas- partes, quando
el vicio rompe casi
todos
los <ligues, ¿florece
mucho
la re–
ligion?
i
La
fo
no pierde
nada
de su·
vigor?
¿Su luz no que–
da algo obscur .cida
~
Dios nos am sin otra razon , sin otro
motivo
que su pura
bondad .
¿Pero que razon, qué moti–
vo
tenemos nosotros para no amar
á
Dios
?
No otros nos
olvidamos de
Dios;
i
pero
podemos olvidarnos
de los
bene–
ficios de que nos ha
colmado
en todos tiempos?
i
Podemos
pasa r sin su ayuda, sin su gracia, ,
in
su proteccioo? ¿Que _
di2
1
ha
habido , ·
qué
hora,
qué mamen o de
vida
en que no
haya,mos recibido
algu~1
beneficio de su mano
?
Pero
so–
mos tan estúpidos, que ni aun. nos dignamos pensar
en
.ei-lo:
comprehende , si acaso puedes, la iniquidad de
esta
mons-
truosa indiferencia. '
.
El
I
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