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- DE

QUARES~AA.

221

la muerte como una

oveja

que va

á

ser degollada,

y

ni

aun abrirá la boca para quéjarse, dice 'el mismo profeta.

soy como un cordero manso, dice él mismo por bo–

ca de Jeremías:

Ego quasi a!{nus mansuetus.

Os

suplico

por la mánsedumbre

y

humildad de Jesucristo , dice

Sa~.

\ Pablo en su segunda carta

á

los corintios. Tal

es

el re–

trato que hace el Espíritu santo de Jesucristo; pero nada

nos da una idea mas cabal de la mansedumbre del Sal–

vador

1

que el Salvador mismo. ¡Que compasion mas tier–

na que la

suya

para con los miserables! ¡Que ternura, _

qué afabilidad con todo el mundo! Mas de cinco

mi1

al–

mas le siguen hasta en , el desierto sin pensar en su ma–

nutencion: el Salvador se compadece de ellas , no quiere

que tantas· gentes se vuelvan

á

sus casas en ayunas : pro–

vee

á

sus necesidades,

y

.para esto hace el mas estupen–

do milagro.

La

afliccion de una madre desconsolada

y

de das hermanas afligidas lo enternece h<i.s ta derramar

lágrim~s.

Nunca se víó corazon tan compasivo. Y

~o

pien–

ses que .su mansedumbre solo se ostenta con las gentes

de bien, donde resplandece singularmente es con lo.s pe–

cadores. Considera las pinturas que Jesucristo hace de sí,

mismo baxo la figura de buen pastor. ¿Con qu,e manse–

dumbre va

á

buscar la oveja perdiga

y

descarriada ? ¿Con

que bondád la carga sobre sus espaldas para ahorrarla la.

fa–

tiga del camino? ¡Que idea no nos da este Stñor de su man–

sedumbre baxo la figura del pad re del hijo pródigo!¡Con que

gozo, con qué alegría lo recibe! En lugar de las sequedades;

de las reconvenciones amargas que debía esperar este hijo

.desc9noddo, no

halla

sino fesünes , mú ·icas, regocijos.

Dos de sus apóstoles, animados de un zelo un poco amar–

go , quieren que haga baxar fuego del cielo par.a castigar

una ciudad ingrata. que no ha querido rec,ibirlo: ¡pero con

'i}'Ué

blandura los reprehende de .su zelo demasiado ardien–

te

y

demasiado amargo!: Una muger ,desa<l:redi.tada por

su mala conducta viene

á

arrojarse

á

sus pies: el ariseo

murmura de la condescendencia

y

de la indulgencia del

Salvador,

y

el Salvador toma por su cuenta

l~

defensa

de la

p€cador~~

En fin, considera solamente lo .que re-

fiere

el

evang-

'·A

dfa

tocante

á

la muger ad1llte-

ra' conven ..

·~

que es- acusada: sus ·acusa-

dores pidt

·

~

....

<1Ué

mansedumbre

trª- ,

ta