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ÁÑO CHRISTIANO.

74

.

rabá

a

la muerte como corona

suya.

Parecia:que la cari–

dad le

multipl~icaba

en muchos: padeciendo sus ovejas, él

padecía en todas ellas como buen pastor. Dia

y

noche an–

·daba por 1as ·calles llevando

a

todas partes palabras de paz,

<de c0nlianza

y

de amor. Su presencia suavizaba los·dolo–

"fes. Retratada en su semblante la alegría de los Santos, se

élesprendia de su boca el

consu~lo

del Señor, por lo que la

gente no se saciaba de verle. El mismo administró el viá-

!tico

a

uno de sus curas que murió herido ·de la peste, la

que no le 'tocó al Santo , sirviéndole de preservativo su

mísma caridad: asilo que no acierta

a

violar el mal mas

contagioso. Desha·cíase

a

penitencias como si aquella públi–

ca calamidad del rebaño fuese castigo por las culpas del

'pastor. Quántas veces se ofreció

a

Dios para que descarga-

se solo en él todo el peso de su

cólera~

Para aplacarla ins–

,tituyó procesiones generales ; pero qué no hizo en ellas!

:No es posible explicar lo que executó visitando las parro–

quias de su diócesi miéntras duró este azote del cielo. Es:–

·taba en continuo movimiento , dormía poco ,

y

comía

el.

caballo por no perder tiempo. Logró en aquel tiempo una

abundante cosecha, hasta que compadecida la divina pie–

dad del pastor

y

del rebaño, levantó la mano del castigo,

restituyó la serenidad,

y

admitió -gustosa el sacrificio de

su amor. Escribiéronle mil enhorabuenas de todas partes,

'y

recibió cartas llenas

de

elogios escritas por los mayores

príncipes de la corte romana; pero nada alteró la modes–

ta humildad de su corazon, como quien conocia muy bien

el verdadero orígen de todas las gracias,

y

estaba

perfec ~

tamente instruido de sus obligaciones. Respondió, que en

a!iiueUo no babia hecho mas que cumplir con la obligacion

de obispo , teniendo prese'nte la doctrina de Jesu-Christo,

seg11n la qual el past<:ff debe dar la vida por sus ovejas ; sa–

crificio indispensable en quien está encargado de guardar el

¡ebaño de Jesu-Christo. Volvió otros siete años despues que

cesó la peste trabajando en la -salvaeion

rde

su diócesi

y

de

toda la provincia de Milan con infatigable cuidado,

y

con

ü~a vigilanci~

pastoral, que nunca

r~conoció

flaqueza ni des–

ahent0. Decta que el obispo demas1adalJ1ente cuidadoso de

su salud no podia cumplir bien con su encargo, añadiendo,

que a: un

~hispo,

como él

quier~,'

nunca le puede faltar que

traba1ar ·;

'¡>0r

lo que reprehend10 severamente

lt

cierto pre-

la-