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ÁÑO CHRISTIANO.
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rabá
a
la muerte como corona
suya.
Parecia:que la cari–
dad le
multipl~icaba
en muchos: padeciendo sus ovejas, él
padecía en todas ellas como buen pastor. Dia
y
noche an–
·daba por 1as ·calles llevando
a
todas partes palabras de paz,
<de c0nlianza
y
de amor. Su presencia suavizaba los·dolo–
"fes. Retratada en su semblante la alegría de los Santos, se
élesprendia de su boca el
consu~lo
del Señor, por lo que la
gente no se saciaba de verle. El mismo administró el viá-
!tico
a
uno de sus curas que murió herido ·de la peste, la
que no le 'tocó al Santo , sirviéndole de preservativo su
mísma caridad: asilo que no acierta
a
violar el mal mas
contagioso. Desha·cíase
a
penitencias como si aquella públi–
ca calamidad del rebaño fuese castigo por las culpas del
'pastor. Quántas veces se ofreció
a
Dios para que descarga-
se solo en él todo el peso de su
cólera~
Para aplacarla ins–
,tituyó procesiones generales ; pero qué no hizo en ellas!
:No es posible explicar lo que executó visitando las parro–
quias de su diócesi miéntras duró este azote del cielo. Es:–
·taba en continuo movimiento , dormía poco ,
y
comía
el.
caballo por no perder tiempo. Logró en aquel tiempo una
abundante cosecha, hasta que compadecida la divina pie–
dad del pastor
y
del rebaño, levantó la mano del castigo,
restituyó la serenidad,
y
admitió -gustosa el sacrificio de
su amor. Escribiéronle mil enhorabuenas de todas partes,
'y
recibió cartas llenas
de
elogios escritas por los mayores
príncipes de la corte romana; pero nada alteró la modes–
ta humildad de su corazon, como quien conocia muy bien
el verdadero orígen de todas las gracias,
y
estaba
perfec ~
tamente instruido de sus obligaciones. Respondió, que en
a!iiueUo no babia hecho mas que cumplir con la obligacion
de obispo , teniendo prese'nte la doctrina de Jesu-Christo,
seg11n la qual el past<:ff debe dar la vida por sus ovejas ; sa–
crificio indispensable en quien está encargado de guardar el
¡ebaño de Jesu-Christo. Volvió otros siete años despues que
cesó la peste trabajando en la -salvaeion
rde
su diócesi
y
de
toda la provincia de Milan con infatigable cuidado,
y
con
ü~a vigilanci~
pastoral, que nunca
r~conoció
flaqueza ni des–
ahent0. Decta que el obispo demas1adalJ1ente cuidadoso de
su salud no podia cumplir bien con su encargo, añadiendo,
que a: un
~hispo,
como él
quier~,'
nunca le puede faltar que
traba1ar ·;
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lo que reprehend10 severamente
lt
cierto pre-
la-