NOVIEMBRE. DIA IV.
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ra la nobleza , cuyos edificos son soberbios ,
y
cuyos es–
tatutos caracterizan la prudencia del santo fundador. In–
troduxo en Milan
a
los clérigos teatinos
u
de San Ca–
yetano'
a
quienes estimaba singu1armente por su pobre–
za
y
por su confianza en Dios. Antes babia introducido
a
los padres de la Compañía de Jesus, y fundó una con–
gregacion de clérigos
~eculares
, libres de toda
sue~te
de
votos, y solo
dependte~tes
de
~l
_como de su
p~tmera
cabeza para emplearlos a su arbitrio donde lo p1d1ese lCJ ·
necesidad del arzobispado. Llamó
a
esta congregacion
de los Oblatos de San Ambrosio,
poniéndola baxo la
proteccion de la santísima Vírgen y del santo doctor.
Instituyó otros muchos piadosos gremios muy utiles
el
su Iglesia , desahogándose, y como desarrollándose su
caridad en estos establecimientos ; centellas del divino
amor que abrasaba su corazon,
y
tesoros escondidos
con que enriquecía
a
su esposa. Reformó la órden de
los franciscanos
y
de los h1:1millados. Con ocasion de la
reforma de los segundos sucedió un portento singular.
Fué asalariado un asesino para que quitase la vida al
santo :reformador. Entró el asesino en la capilla donde
el cardenal estaba rezando con su familia ,
y
le dis–
paró un mosquetazo casi
a
boca de cañon, cuya bala,
conducida por el demonio , llegó
a
la carne,
y
en la
superficie de ella la aplastó el ángel tutela,r de la dió–
cesi: penetró mantelete, roquete
y
vestidos hasta el mis–
mo cútis, donde se detuvo como respetándole; pero el
santo cardenal inmoble
y
sereno , como si nada hubiera
sucedido , prosiguió rezando con el mayor sosiego. Al rui–
do del asesinato concurrió
a
palacio toda la
ciudad~
El
gobernador y el senador le aseguráron que harian justicia
como se descubriese el reo. Logróse prenderle ,
y
el Santo
no dexó piedra por mover para que se le perdonase la vi–
da ; pero
a
pesar de sus caritativas instancias fué castiga–
do como merecía, y el papa abolió la órden de los humi–
llados. Afligió Dios
a
la ciudad de Milan con el azote de la
peste. Hizo San Cárlos prodigias de caridad. Aconsejáron–
le que se retirase
a
algun lugar sano para conservar una vi–
da que era tan necesaria
et
toda la diócesi; pero el Santo
no dió oidos
a
semejante consejo ·, horrorizándole mas que
la muerte la falta de caridad : víctima de esta virtud mi-
ra-
,