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AÑ0·

CHRISTIANO.

quías ;

administrac~on

de los sacramentos, con algunos

es–

tatutos. acerca ,de las religiosas. Era cósa tan nueva en

Milan un concilio provincial, que de todas partes con:–

currian

a

verle. No acababan las gentes de admirarse,

viendo un cardenal en la flor de sus años subir al púlpito

con freqüencia, administrar los

sacra~entos,

negarse

a

todas las diversiones por desempeñar todos los ministe–

rios de la dignidad episcopal. Extendida la fama por to–

da Italia, llegó

a

los oidos del papa con tanto gozo su–

yo, que escribió un breve

a

su sobrino con expresiones

de la mayor satisfaccion. Renunció el cardenal todos los

beneficios que tenia,

y

en un solo dia perdió doscientas

mil pesetas de renta. Poco acostumbrado el mundo

a

se–

mejantes rasgos c;ie generosidad, apénas lo podía creer;

.pero lo vió

y

lo admiró. La caridad; que tenia su domici–

lio en el corazon del buen pastor , le comunicó su na-

.tural actividad para buscar las ovejas descarriadas. Em–

prendió la visita de los Valles en el pais de los Suizos ,

y

en ella le veían todos caminar

a

pie, sufriendo la ham–

bre, la sed

y

todas las injurias del tiempo. Era su comi–

da

y

su bebida la salvacion de las almas:

a

precio de és-

. ta le eran inestimables todos los trabajos. El zelo le in–

fundia ligereza de ciervo para trepar los riscos mas es ..

carpados, y . para buscar entre los precipicios alguna ove–

ja desmandada del aprisco. A las rebeldes las trataba con

dulzura, se compadecía tiernamente de su descamino, mos–

trábalas tal amor, que las ganaba la confianza, ésta las

obligaba

a

freqüentarle

el

corazon ,

y

una vez franquea–

do éste, las insinuaciones de la caridad pastoral, juntas -

~

la gracia de Jesu-Christo, las arrancaba del error.

A

quántos no sacó de los desvaríos de la heregía? A quán-

. tos no llamó

a

la admirable lumbre de la fe ' retirándo–

los de

1a

region de las tinieblas

y

de la sombra de la

muerte

?

No se hartaban de verle, siguiéndole de aldea

en

~Idea

y

de choza en e.hoza. Era buen olor de Jesu-

. Chr1sto,

y

lo.s pueblos corrian tras la fragancia que ex–

halaba su santidad. Establecfó en Ja "catedral de Milan

un órden admirable. La devocion de los eclesiásticos

la ·

magnific~ncia

de los ornamentos ,

y

el esplendor en 'las

.

cei::emo

ntas, eran un expectáculo que verdaderamente sus–

.

pei:i.dia.

Erigió.

muchos seminarios ,

y

fundó un colegio pa-

...

,

·

ra