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IV.
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virginidad : esc0gióla pOt"
triadré
-s~ya,
por ·
~
protéctóra
y por su abogada. No añadire q'lle'no le engañó su éonnad–
za' porque
a
ninguno engañó jamas la' que colocó ·en es–
ta divina madre que llevó en su vientre
la
sabiduría
'én–
carnada. FuéJe
muy necesaria ·la proteccioo de .esta Rey–
na de las vírgenes: pusieronse •asechanzas·
a
su fide lidad;
pero el fuego de
la
tentacion solo sir\'tió pará .purificar trias
el oro de su virginal entereza. Habiendo sido creado papa
el cardenal de Médicis , su tio , con nombre de Pio IV, le
llamó
a
Roma, donde con el capelo de cardenal le hizo
arzobispo de Milan, y le encargó la principál administra–
cion de los negocios., que desempéñ6 ·con la mayor inte–
gridad , sol icitando sobre todo
la
conclusion del condlio
de Trento. Vivia en Roma con esRlendor; pero pensando
algunas veces en retirarse.
La
muerte de su herqia·no ma–
yor le determinó en fin
a
mudar de vida. . Reforinóse se–
gun las constituciones del concilio, y
Dios.,
qué nunca ste
dexa vencer en liberalidad,, se comunicó
a
su siervo con
particulares dones, dándole en la oracion ciertas
efbsio~
nes
ó
derramamientos de amor que le enternecian. Quiso
retirarse de los negocios públicos para entregarse con ma-
. yor libertad
a
la oracion; pero se_lo disuadió don
fray
Bartolomé de los Mártires , arzobispo de
Braga ,
dicién–
dole, que un verdadero cardenal debia de ser activo,
es–
forzado y laborioso, siendo conveniente poner
a
la visfa
del mundo el exemplo de un nepote
del
papa, que se in–
teresaba mas en la gloria de la e·sposa de Jesu-Christo,
q_ue en
Ja
grandeza de
su
casa : rindióse el Santo,
y
pro–
siguió trabajando como ántes. Era arzobispo de Milan; cpe–
ro como el papa le detenia en Roma cerca de su persona,
envió
a
Milan al célebre Nicolas .Ormanet, y ·
éJ
se ensa- ,
yó
en
predicar para habílita-rse
a
exercitar este minis–
terio por sí mismo. Obtuvo, en fin, lic.encia para retirar–
se
a
su iglesia, donde fué magníficamente recibido. Pre–
d icó el domingo siguiente,
y
tomó
p,or
texto aquellas pa–
labras:
Con deseo he deseado comer esta' pascua eón voso–
tros.
No era muy eloqüente; pero como era santo
y
era
obispo, su santidad movia los corazones.
y
la fuerza dél
espíritu pastoral daba peso
a
las palabras. Convocó
un
con–
cilio provincial: arreglóse en él lo qué toéaba
a
la ·vida
de los obispos , de los sacerdotes, gobierno de las
parro-
E 4
.
quias,