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AÑO CHRISTIANO.
Jtidad;
y
esta sola circunstancia basta para determinarte
a
temer
a
solo Dios quando se trata de la salud eterna,
y
no
temer de ninguna manera
a
los hombres.
JA CU
LATO·R
IAS.
·
Q,uid Dóminus Deus tuus petit
a
te nisi ut
tf
ineas
·
Dóminum Deum tuurn
,
&
ámbules in viis ejus
1
Deut.
10.
Qué es lo que
tu
Dios
y
Señor te pide ,
ó
alma mia,
sino el que temas
a
tu Dios
y
Señor,
y
que andes.J
por sus derechos
senderos~
Time Dóminum,
&
recéde d malo.
Prov. 3•
.Teme , pues, al Señor ,
y
apártate del mal , que en eso
consiste tu ven tura:
P R O P O S l T O S.
T
Oda· la vida del hotnbre es un continuo texido de
te–
.
mores. Si quieres volver los ojos
a
las innumerables
acciones que has hecho en este mundo'
a
los pasos que
has dado ,
el
los encuentros que has tenido, hallarás un
continuo temor que te ha hec_hb la vicla amarga, aun quan–
do te lisonjeabas de estar inundado de delicias. Apénas co–
menzaste
a
hacer uso de tu razon , apénas acabaste de re•
cibir
de
la mano de Dios una con ticucion perfecta en tu
cuerpo, quando abusando malamente de uno
y
otro, te en–
tregaste
a
tus pasiones,
y
éstas te constituyéron en un con–
tinuo temor. Si al guna cricida hermosura atraxo con sus en–
cantos los afectos de tu corazon , temiste no agradarla, te.:
miste al ribal, temiste perderla,
y
temiste sus caprichos.
Si los accidentes inevnables de la vida humana precipitá–
ron tu juventud en el ódio de tu enemigo, quántos sobre–
$altos te cercáron
!
Quántas veces temiste ser víctima de
su des pecho,
y
quántas, finalmente, el criminal ódio que
abrigabas en tu seno te hizo temerte
a
ti
mismo
!
Pues
qué, si consideráramos la vida del hombre en la edad ro–
busta
y
en la
abanz~da qu~ndo
se apoderan de su cora–
zon las pas.iones mas fuertes
y
más
bas~as,
aunque no sean
las mas violentas ! Temores sobre la pérdida de la hacien–
da , sobre la adquisicion de. la digpidad
ó
de la honra , so–
'bre
la
qui~bra C;i~
una ventajosa a.mistad : temores de que
el