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NOVIEMBRE. DIA III.

65

MEDITACION

SOBRE EL BUEN USO QUE SE DEBE

hacer del temor en órden

a

la salud eterna.

PUNTO PRIMERO.

C

onsidera que teniendo en tu alma un principio, por el

qual te es n tural el temer lo que te daña , debes ha-:

cer de él tal

u

o, que de ninguna manera temas

a

los hom-¡.

bres quando se trata de poner óbices

a

la salud eterna dei

tu

alma.

;

Pocos afectos se encuentran en el alma racional que pro•,

<luzcan tantos provechos

y

daños~

segun su buen

o

mal uso,

como el temor. La seguridad que solemos disfrutar en me-.

dio

de

los peligros, es sin duda obra suya:

a

él

deben igual–

mente lo '> políticos aquellos grandes rasgos de prudencia)

que producen la felicidad de un estado;- pero segun la

má–

ximas del evangelio, aún es mas, pues se dice que el

te-.

mor de Dios es la basa y

el

fundamento de toda sabiduría.

Este afecto que trae

a

los hombres en una agitacion conti–

nua, has de considerar que es sumamente nocivo y

crimi–

minal quando tiene por objeto

·a

los mismos hombres ,

hace omitir,

ó

el honor de la religion,

o

los preceptos del

evangelio.. Conociendo Jesu-Christo las funestas conseqüen-.

cias que nacen de

un

temor mal fuudado, no se olvidó de

advertir

a

sus discípulos esta saluda.b le doctrina, enseñán–

doles

a

quién debian temer' y por qué causas,

y

a

quién de–

bian despreciar,

y

por qué motivos.

E~tas

son sus palabras

en el cap.

12.

de San Lúcas :

No tengais miedo

a

aquellos.

que matan et cuerpo, y hecho esto no pueden hacer otra i:osa:

y o os manifestaré

a

quién habeis de temer. Temed

a

aquel que

despues de quitaros la vida tiene po(estad de enviaros al in- .

fterno:y asl os digo, temed

a

éste.

A

la ve rdad, que

lali

pa–

labras de la eterna sabiduría son como suyas, fundadas en

unas tan claras razones , que es necesario cerrar los ojos del

entendimiento para no dexarse vencer de su inductable

fuerza. Porque, no es cierto,

o

christiano, que Dios vela

continuamente sobre tu salud

y

tu fe licid·.ld, y que no hay

padre tan solícito del

bien

de sus hijos, como lo es Dios

ele

tu

ventura~

No

crees

firmemente,

.que todas

las criaturas

E

tie-