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NOVIEMBRE.
DIA
III.
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gloria inmortal, miéntras esas mugeres embebidas en el
mundo, esas personas entregadas
a
los pasatiempos ,
idó–
latrás
de
su carne,
yac~rán
rodeadas de tormentos
y
de
ignominia por toda la eternidad. Será posible que una con–
sideracion que pobló los claustros
y
Jo<; de. iertos, no sea
bastante para desengañarnos de las diversiones del mun–
do ?
La
vista de aquell_os moribundos que espiran llenos
de
remordimientos: el triste expectáculo de esos cadáve–
res que cau
·an
horror en
la
sepultura, no será súficiente
para abrirnos los ojos y hacernos conocer los fal sos atrac–
tivos de lá vida?
Con
que .al
cabo
será menester
que
ese
corto número
de
dias, v,ividos en medio de 4na sensua–
lidád siempre emponzoñada: que esos gustos engañosos,
sazonados siempre con hiel y con amargura: que esos con–
suelos pasageros
y
fugaces, siempre mezclados de turba–
cion
y
de inqu ietud, al fin nos precipiten con plena de- .
liberacion en un abismo de suplicios, sin medida, sin tér-
mino
y
sin
fin?
- ·
El evan¡;elio es del cap.
25
de San Mateo, y el mism(}
que et dia l,
fol.
12.
MEDITACION
DE LA SANTIDAD DE LA PIDA.
PUNTO PRIMERO.
C
onsidera que el destino de los mundanos' siempre
hambrientos
y
siempre sedientos
de
los bienes sen–
sibles , es no estar nunca contentos
:
como
al
contrario,
la suerte de las almas timorata·s
y
virtuosas, hambrien–
tas
y
sedientas de la justicia, es hallar en los---..caminos
de
la santidad con que saciar
y
satisfacer toda la extension
de sus deseos.
En
medio de eso, siendo la santidad el
úni–
co bien del hombre , es puntualmente el único bien que
el hombre no desea. Este único bien que solo él es ca–
paz
de saciar nuestro corazon: este excelente bien, que
solo él nos puede hacer diéhosos: este precioso bien,
que
solo él es lleno, sólido
y
real, es aquel tesoro escondido
del evangelio, cuyo valor no se conoce. No se considera
su
importancia ni sus grandes atractivos,
y
se ignora
la
facilidad
con que se puede adquirir
a
pesar
de todos los
D
es-