ANO CHRISTIANO.
sencia de San Malachias, y se pasáron quatro
o
cinco
d ias en regocijo universal. Cantó misa pontifical el dia
de San Lúcas; pero acabada la misa, cayó malo, y to–
dos los monges con él , dice San Bernardo , sucediéndo–
se el dolor al regocijo. Todos
a
porfia acudiéron
a
asistir–
le
y a
aliviarle: tomaba quanto le daban; pero estaba
muy
seguro de que no babia de sanar de aquella .enfermedad.
Pidió la extremauncion ,
y
recibidos los sacramentos , se
subió
a
la celda'
y
se volvió
a
la cama' porque babia
ba–
xado
a
la iglesia en busca de la comunidad. Agravóse
~l
mal ácia
la
noche , y mandó llamar
a
San Bernár–
do,
y vuelto
a
los circunstantes :
Con deseo
( les dixo)
he deseado celebrar esta pascua con vosotros. Rindo mil
gracias d la bondad de mi Dios porque se dignó cumplirme
estos deseos.
Veíase retratada en el semblante del santo
moribundo toda aquella alegría que causa la esperanza de
una vida eterna y bienavehturada. Consolaba
a
su queri–
do amigo
y a
todos los <lemas :
Cuidad vosotros de mí,
( los decia )
que si Dios me hace misericordia, yo cufdaré de
vosotros. Harámela sin duda, porque he creído en él, en
aquel d quien todas las cosas son pr;sibles. Amé d mi Señor,
.Y
os amé d vosotros
:
la caridad no se acaba.
Levantan–
do despues los ojos al · cielo , dixo :
Mi Dios, guárda–
los en vuestro nombre
,
no solo
a
los presentes
,
si–
no d todos los que
traxfst~is.
d vuestro servicio- por mi
ministerio.
Entretúvose despues
uµ
poco con
su
Dios ,
y
envió
a
descansar
a
sus hermanos. Acia · la media noche
vol 11ió
a
su celda la comunidad con muchos abades que
habian . concur rido
~
Cfaraval 'noticiosos de su peligro,
y
todos rezaban al .rededor del santo prelado , que saltaba
de
go?o po_rque iba-
a
salir de este destierro. Así muriÓ'
el santo obispo Malachias, legado de la Silla apostólica,
a
los
54
años de su edad , en el lugar y en el dia que ba–
bia
deseado, llevada
al
cielo su alma por los santos
án–
geles , habiendo espirado en manos de San Bernardo y de
sus hijos. Todos tenían clavados· los ojos en él,
y
ningu–
no pudo advertir quando ,espiró: tan parecida fué su muer–
te
a
un
dulce sueño. El rostro quedó con bellísimo color,
dexando el alma en el cuerpo aquel vestigio de la ale–
gría
de los
Santo~,
a
cuyo expectáculo cesáron las lágri–
mas ·,
y-
se, apoderó
el gozo
y
el consuelo de todos los
r
'
co-