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AÑO CHRISTIANO.
segunda ·vez.
San
Malachías por Claraval ,
y
ya que
no
le
fué
po
ible excusar el do lor de no quedarse
allí,
e
consoló con dexar quatro discípulos suyos, los que
mas
amaba, para que se formasen en la escuela del santo abad,
partiendo con un oculto presentimiento de ciue babia de
venir
a
morir en aquel monasterio.
,
, Aportó
a,
Escocia el santo obispo ,
y
pasando lue–
go
a
besar al rey
la
mano ., le halló muy afligido con
el
temor de perder al príncipe su hijo, que esrnba pe·
ligrosamente enfermo. Pidióle el rey que hiciese oracion
por él: hízola,
y
el
príncipe quedó sano. Embarcóse
de
Escocia para lrlanda,
y
fué
a
tomar tierra en el monaste–
rio
de Bi:ncor
para
que sus hijos espirituales fu esen prefe–
ridos en el gusto
y
en las gracias de
su
regreso. Desde
el
. monasterio
se
comunicó
la
alegría
a
todas las regiones;
pero el legado apostólico estaba tan muerto
a
sí mis–
mo, que ni siquiera advertía en los honores que le
tri–
butaban : solo tomaba el gusto
a
una cosa ,
que
era el
que en todo se cumpliese la divina volundad. En todas
partes sembraba, para coger en todas partes: no hubo
rincon adonde no se extendiese su vigilancia pastoral : to–
do aquello en que ponía la mano se veneraba como obra
de
Dios
,
porque todas sus empresas eran dirigidas por el
Espíritu santo. Era tan abundante en
él
la gracia del
ministerio, que resaltaba en lo exterior. La mode tia pa–
reda como r etratada en su venerable rostro: no le co–
gerían en una palabra ociosa sus mayores
enemigos~
no
notarían en él paso alguno que oliese
a
ligereza : nun–
ca perdia la paz en medio de los mas graves y mas pesa–
dos negocios:
a
todo atendia; pero
a
solo Dios se entrega–
ba. Por este medio se conservaba siempre tranquilo. Era
tan de su gusto la pobreza, que ni siquiera tenia palacio
episcopal: predicaba las mas veces sin interes;
y a
exem–
plo del Apóstol con el trabajo de sus manos ganaba el
pan para sí y para sus coadjutores
en
el sagrado ministe–
rio. Hada ordinariamente las visitas
a
pie , sin miedo
de que se desluciese por eso la dignidad de legado apostó–
lico. Asi lo habia aprendido de los discípulos de Jesu–
Christo : exemplo tanto mas admirable en él , quanto
mas raro
·y
ménos imitado de otros. Siendo él mismo
un prodigio de la gracia ,
qué
maravilla es .
le
hubiese
con-