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44

AÑO CHRISTIANO.

segunda ·vez.

San

Malachías por Claraval ,

y

ya que

no

le

fué

po

ible excusar el do lor de no quedarse

allí,

e

consoló con dexar quatro discípulos suyos, los que

mas

amaba, para que se formasen en la escuela del santo abad,

partiendo con un oculto presentimiento de ciue babia de

venir

a

morir en aquel monasterio.

,

, Aportó

a,

Escocia el santo obispo ,

y

pasando lue–

go

a

besar al rey

la

mano ., le halló muy afligido con

el

temor de perder al príncipe su hijo, que esrnba pe·

ligrosamente enfermo. Pidióle el rey que hiciese oracion

por él: hízola,

y

el

príncipe quedó sano. Embarcóse

de

Escocia para lrlanda,

y

fué

a

tomar tierra en el monaste–

rio

de Bi:ncor

para

que sus hijos espirituales fu esen prefe–

ridos en el gusto

y

en las gracias de

su

regreso. Desde

el

. monasterio

se

comunicó

la

alegría

a

todas las regiones;

pero el legado apostólico estaba tan muerto

a

sí mis–

mo, que ni siquiera advertía en los honores que le

tri–

butaban : solo tomaba el gusto

a

una cosa ,

que

era el

que en todo se cumpliese la divina volundad. En todas

partes sembraba, para coger en todas partes: no hubo

rincon adonde no se extendiese su vigilancia pastoral : to–

do aquello en que ponía la mano se veneraba como obra

de

Dios

,

porque todas sus empresas eran dirigidas por el

Espíritu santo. Era tan abundante en

él

la gracia del

ministerio, que resaltaba en lo exterior. La mode tia pa–

reda como r etratada en su venerable rostro: no le co–

gerían en una palabra ociosa sus mayores

enemigos~

no

notarían en él paso alguno que oliese

a

ligereza : nun–

ca perdia la paz en medio de los mas graves y mas pesa–

dos negocios:

a

todo atendia; pero

a

solo Dios se entrega–

ba. Por este medio se conservaba siempre tranquilo. Era

tan de su gusto la pobreza, que ni siquiera tenia palacio

episcopal: predicaba las mas veces sin interes;

y a

exem–

plo del Apóstol con el trabajo de sus manos ganaba el

pan para sí y para sus coadjutores

en

el sagrado ministe–

rio. Hada ordinariamente las visitas

a

pie , sin miedo

de que se desluciese por eso la dignidad de legado apostó–

lico. Asi lo habia aprendido de los discípulos de Jesu–

Christo : exemplo tanto mas admirable en él , quanto

mas raro

·y

ménos imitado de otros. Siendo él mismo

un prodigio de la gracia ,

qué

maravilla es .

le

hubiese

con-