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AÑO CHRISTIANO.

lo que nosotros hacemos , y si nosotros fuéramos santos

pareciéndonos tan poco

a

ellos~

PUNTO SEGUNDO.

C

onsidera lo desemejantes que somos nosotros de aque·

llos grandes modelos. Quánta diferencia de máximas,

de costumbres

y

de conducta

!

Quánta oposicion entre

nuestra vida y la suya

!

Entre el camino que nosotros

llevamos'

y

el que los conduxo

a

ellos

a

la eterna bien-4

aventuranza

!

Habiendo sido ellos humildes, castos, mo–

destos, devotos, sufddos, apacibles

y

mortificados; y

vién~

donosa nosotros tan altivos, tan orgullosos, tan indevotos,

tan pecadores, tan impacientes y tan sensuales, nos recono–

cerán por hermanos suyos? Qué digo? si se nos mira mas

de cerca , se creerá siquiera que somos ·de la misma

re–

ligion que los Santos? Pero no se engañarian quizá los

Santos , siguiendo un moral tan contrario al que noso–

tros seguimos? Ah! que nosotros mismos conocemos mu y

bien que si ellos hubieran seguido este moral, jamas lle–

garian

a

ser santos. Valga la verdad : quánta sería nues·

tra admiracion , quánto nuestro asombro, si leyendo la

historia de alguno de aquellos héroes christianos

hallá–

semos en él

una vida

poco desemejante

a

la

nuestr~

: ·

1a

misma codicia de in.tereses, la misma ánsia de pasatiem–

pos ' la misma ambicion , el mismo anhelo

a

todas sus

conveniencias , los mismos ímpetus de

las

pasiones ..

el

mismo espíritu de mundo, y las mismas flaquezas? Qué

imaginaríamos

si al

le~r

las

vidas de aquellas insign·es

mugel'es que al presente se nos proponen por modelos

de virtud, nos encontrásemos con unas mugeres

qu~

esta –

ban muchas horas en vestirse y en peynarse: que pasa–

ban una vida ociosa

y

regalada : que se divertian muy

bien, y que ra ra vez faltaban de los expectáculos pro–

fanos

~

Qué pensaríamos

de

aquellas personas religiosas

que

ahora nos las proponen por objeto de veneracion y

de

imitacion, si leyéramos que casi nunca habían hecho

otra cosa que su propia voluntad: que en la religion so ·

lo

andaban buscando sus convenenzuelas, y que se

ha–

bían dispensado, como nosotros, en

l~

mayor parte

de

sus

reglas ? En ese caso proseguiríamos en tenerlas por obje–

to digno de nuestra veneracion y de nuestro culto

~

E s-

tan-