NOVIEMBRE. DIA IX.
·129
gozo universal
y
·qué glorioso triunfo sería el de toda la
Iglesia quando el piadoso emperador , no contento con
mandar demoler
ó
cerrar los templos de los gentiles, orde–
nó que se erigiesen en todas partes! Entónces, dice Eu–
sebio , en todas las ciudades del imperio se viéron levan–
tar nuevos
y
soberbios templos dedicados al verdade ro
Dios, ó convertirse en iglesias despues de purificados los
mas suntuosos
y
magníficos de la antigua gentilidad, repu–
tados por maravillas del arte, sin contar los que se erigié–
ron sobre las ruina de estos mismos , no ménos soberbios
que los primeros , siendo todos como otros tantos primoro–
sos monumentos del glorioso triunfo que la Iglesia consiguió
del gentilismo.
·
Pero este gozo y este triunfo sobresalia principalmente
en la dedicacion de todos aquellos templos esparcidos por
el universo, la que en todas partes se celebró con tanta so–
lemnidad , con tanto concurso
y
con tanta magnificencia,
que en nada cedia
a
la que vió la ley antigua en la dedi–
cacion del templo de Jerusalen. El mismo Eusebio, que
fu~
testigo de vista, se explica de esta manera. Era espectá–
culo tierno,
y
largo tiempo deseado , la solemnidad y la
devocion con que en.todas partes se celebraba la dedicacioq
de nuestrás iglesias :
Post hcec votívum nobis, ac desiderd-\
tum spectáculum prcebebátur: dedicationum scílicet festívi–
tas per sfngulas urbes,
&
oratoriorum consecrátio.
Concur–
rian de las provincias mas remotas gran número de obispos
para autorizar
y
hacer mas célebre la solemnidad:
Ad hcec
convéntus peregrinorum episcoporum ab extérnis,
&
díssitis
regionibus concutsus.
En aquella concurrencia de gentes de
tan di versas naciones mostraba bien la caridad de los :fie–
Jes, que en aquellos templos. terrenos
y
materiales con-
sideraban una como imágen de la junta de los bienaven–
turados en el cido, donde incesantemente están cantando
alabanzas al Señor ; pues todos los fieles se veían
y
se jun–
taban en una misma caridad , y en la unidad de una mis–
ma fe para formar un cuerpo místico, cuya cabeza
y
al–
ma es Jesu-Christo:
Populorum mútua inter se cháritas ac
benevoléntia
,
cum membra córporis Christi in imarn coni–
páginem coaléscerent.
El obispo que edifica una iglesia
y
la consagra (prosigue el mismo), es perfecto imitador de
Jesu-Christo,
y
edifica como él un templo en la tierra,
I
que