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SEñOR
NUESTRO.
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sino realmente ; y esto fue lo
qu~
movió
a.·
algunos de
sus
iscípulos , no de los setenta y dos, sino de los
que hasta entonces le seguían
ordinariament~,
a
excla–
mar : Dura es esta proposicion ,
t.
quien la puede oir'?
D urus est hic sermo,
&
quis potest eum audire?
Como el Salvador no explicaba este misterio
a
es–
condidas , sino públicamente en Cafarnaúm ,
y
en
Sy.–
nagoga plena , se encontraron muchos incrédulos
que
ensaron ya entonces , corno los hereges de nuestros
tiempos que esta doéhina de la Eucaristía no se po–
día soscener;y que entendiendola
J
esu-Christo en el sen–
tido pr prio y no en el figurado,repugnaba
a
los senti–
dos
y
a
la
razon;pero sabiendo Jesu-Christo por sí
mis–
mo que
los
Judíos murmuraban,les dixo :
i
Os choca
y
se
os hace increíble esta doéhina '?No me es mas difi–
cil daros realmente mi Cuerpo a comer,que subirme vi–
sibl mente al Cielo por
mi
propria virtud y poder;sin
e1
bargo , vereis este prodigio con vuestros proprios
ojos ;
t.
por qué pues no quereis creer este. otro mila–
gro
'?
Creedme , anadió el Salvador :
El
esp íritu
es
quien vivifica, la carne para nada aprovecha:
si se la
escucha, no sirve sino para inducir al error. Sabed que
to
que os he
dicho
es espíritu de vida.
Yo soy el Camino
que
n
puede extraviaros,la Verdad que no puede en–
gañaros,Ja Vida que es eterna :soy el Camino que con
duce
a
la
verdad,y soy la Verdad que dá la vida.(a)El
camino de
los
sentidos lleva al error ,
y
el error
dá
la
muerte al alma. En este misterio,si solo se escucha
a
l
arne ' es decir,
a
una razon puram nte humana
y
carnaJ;si
s
lo se consulta con Jos sentidos, todo
choc~,
tod
altera :
es necesario elevarse por
la
fé sobre los
senridos
y
s bre la misma razon; es necesario mirar
(a) Joánn.
6.
es-