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. 96

V1DA DE CHRISTO

Díos sea testigo de vuestra penitencia: No deseis

1a

condicioIC;~~

los ricos

y

de los dichosos del siglo ; la

codicia es"'t¡rraíz de toda suerte de males. No amon–

toneis para vosotros tesoros sobre la tierra, en donde

el herrumbre

y

los gusanos lo consumen todo ,

y

en

donde los ladrones cavan

y

roban ;

y

aun quando pu–

sierais vuestros tesoros

a

cubierto de los accidentes

y

del pillage,

z,

qué llevaréis de ellos con vosotros al se–

pulcr-0? Acaudalad tesoros en el Cielo; porque en don–

de está vuestro tesoro , allí-está tambien vuestro cora–

zon. Sed ricos en virtudes,

y

en buenas obras; pues to–

das las riquezas de este mundo no son otra cosa, que es–

pinas que punz an;sola

la

virtud es

el

verdadero tesoro.

§.

XXIV.

PROSIGUE LA MORAL DE JESU-CHRISTO.

S

Eryid

a

Dios con fervor

y

con fidelidad ,

y

no os

cuideis de agradar

O..

desagradar al mundo ; pues

nada teneis que esperar de

él.

Ninguno puede

~ervir

a-

dos amos; acordaos, que no teneis otro soberano Señor

que

a

D ies ; servidle , con confianza,

y

estad seguros

que el que alimenta

a

las aves del Cielo,

y

hace crecer

los lirios

ó

azucenas del campo, no se olvidará de vo–

sotros en vuestras necesidades. Buscad ante todas cosa•

el Reyno de Dios

y

su justicia,

y

todo lo demás se

os

dará como por añadidura.

Disculpad

a

vuestros hermanos,

y

usad con ellos

de indulgencia , si quereis que use de la misma con

vosotros.

¡

Cosa extraña

!

No

vemos una viga, por

de