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V1DA DE CHRISTO
Díos sea testigo de vuestra penitencia: No deseis
1a
condicioIC;~~
los ricos
y
de los dichosos del siglo ; la
codicia es"'t¡rraíz de toda suerte de males. No amon–
toneis para vosotros tesoros sobre la tierra, en donde
el herrumbre
y
los gusanos lo consumen todo ,
y
en
donde los ladrones cavan
y
roban ;
y
aun quando pu–
sierais vuestros tesoros
a
cubierto de los accidentes
y
del pillage,
z,
qué llevaréis de ellos con vosotros al se–
pulcr-0? Acaudalad tesoros en el Cielo; porque en don–
de está vuestro tesoro , allí-está tambien vuestro cora–
zon. Sed ricos en virtudes,
y
en buenas obras; pues to–
das las riquezas de este mundo no son otra cosa, que es–
pinas que punz an;sola
la
virtud es
el
verdadero tesoro.
§.
XXIV.
PROSIGUE LA MORAL DE JESU-CHRISTO.
S
Eryid
a
Dios con fervor
y
con fidelidad ,
y
no os
cuideis de agradar
O..
desagradar al mundo ; pues
nada teneis que esperar de
él.
Ninguno puede
~ervir
a-
dos amos; acordaos, que no teneis otro soberano Señor
que
a
D ies ; servidle , con confianza,
y
estad seguros
que el que alimenta
a
las aves del Cielo,
y
hace crecer
los lirios
ó
azucenas del campo, no se olvidará de vo–
sotros en vuestras necesidades. Buscad ante todas cosa•
el Reyno de Dios
y
su justicia,
y
todo lo demás se
os
dará como por añadidura.
Disculpad
a
vuestros hermanos,
y
usad con ellos
de indulgencia , si quereis que use de la misma con
vosotros.
¡
Cosa extraña
!
No
vemos una viga, por
de