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mayores enemigos del Estado. No ignoras que la Nad an de !or
Godos comenzó á florear
desd~
que comenzó
á
ser
Arrian a~
·
Tarnbien sabes que ninguna cofa enagena tanto los ánimos
Y'
los.
corazones como la div!rsidad de Religion, y consiguientemente·
que nada pudiste hacer mas ofensivo para el mio, como decla–
rarte Cathólico. Acuérdate, pues, hijo mio, que soy tu padre,
y
que soy tu Rey : como padre te aco;uejo, y como Rey
t~
mando
~ue
vuelvas prontamente sobre
tí,
y
restituyéndote sin perd':r
tiempo
á
tu primera Religion, mereZG'aJ con tu pronto rendi–
miento mi clemencia.
No
haciéndolo así, te
d~claro
que me obli–
~.1.rás
á
tomar las armas,
y
en tal caso jamas tienes queespe-·
rar misericord;a,
·
Haviendo recibido Hermenegildo esta carta del Rey
SLt
padre, respondió
a
ella con el mayor respeto:
Q.tte s.abia
b!en lo que debía
á
su padre
y
á. su Rey; pero
1
que tampoc(}.
ignm•aba lo que debía
á
su Dios, que
esp~raba
desempeiíar ei-–
t ai
dos obligalliones de manera, que sin faltar al rendimien–
to y
á
la obedienqia
ue 'deb;a al uno en lo que no se opusie··
u
á
lo que manJaba
1
tro , conser-varia hasta la muerte la·
religion que ha-via abraz ado, persttadido
á
que fuera de ella
no podia haver salvauon; que le
suplic>t~ ba
no
Ji
considerase de–
llnq,~ente
por ha-ver renunci.zdo las iapersticion Arriana luego
que
el
Seiíor le abrió los ojos para conocer la verdad; que u
t endría por dichoJo si ullase su religion cort su s.1n$re, sin qut
le resrase ya mas que deuar qut la
c~n·version
de toda su na-
don, y de toda su familia.
.
La christiana magnanimidad de Hermenegildo irritó
el
ánimo suspicaz ,
y
caviloso del Arriano padre. Sirvióle de
pretexto
lJ.
conversion de
S'..l
hijo para excitar una cruel
persecucion contra
la
Iglesia. Hizo Hermenegildo que su
esposa Ingunda,
y
el
Infante su hijo, niño de pocos me–
ses, se retirasen al Africa ,
para
no quedar expuestos
á
hs artificios de los Arrianos , y él se mantnvo en Sevi–
lla , creyendo ser esto bastante para su seguridad. Pero
Leovigildo , despues de haver corrompido
á
fuerza de dinero
y
de estratagemas la mayor
parte
aun de los mismos
Cath6-
li cos que se havian declarado por
el
Santo Rey , resolvió
ir
á
sitiarle en Sevilla. Pudo defenderse Henuenegildo ; pe-
Ee
ro