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EPISTOLA DE S. PABLO A LOS GÁLATAS.
CAPITULO II.
San Pablo sostiene el honor de stt Apostolado y la pureza del E vangelio
contra los falsos Apóstoles y contra los Judayzantes. Se ve obliga–
do a re;-istir a Cepbas. Ninguno
<S
justificado por las obras de la L ey,
sino por la fe
etl
Jew Christo
1
Deinde post annos qua–
tuordecim, iterum ascendí Ie–
rosolymam cum Barnaba , as–
sumpto et Tito.
2
Ascendí á utem· secundum
r evclationem : et contu!L cum
i!lis Evangelium , quod
praedi~
co in Gentibus ,
seor~1m au~m
iis qui videbantur afiquid es–
se : ne forre in vacuum curre–
r em , aut cucurrissem.
e
3 Std neque Titus qui me–
cum erar , cum esset Gentilis,
compulsus est circumcidi:
4 Sed propter subintrodu–
étos falsos fratres , qui subin–
tro1erunt explorare libertatem
• Este es
el
viage de que se habla en
el
Cap. .rv. de los H echos
,
con ocasion
d e la disputa que se movió tocante a Ias
ceremonias legales.
11
N o de mi ¿>ropio movimiento, sino
guiado
y
conducido ¡eor la luz que me
Comunic6 el Espíritu Santo.
3
Esto es
,
con el Concilio , que fué
el tercero que se congregó en
Jarusal~"}~
no porque
mi
doétrina necesitase
con~
macion , sino para no hacer inútil el fruto
de mi predicacion. S. I:>ablo no obligaba
a los Gentiles conven idos a que observa–
sen las ceremonias de la L ey ;
y
por esro
los
J
udayzanres le acusaban de enseñar una
doéhina nueva
y
contraria a la de los
otros Apóstoles. Expuso pues su doél:ri–
na delante de la I glesia de J erusalcm ,
pa~
ra que informados Jos
A
pósroJes
)r
los
otros Fieles de la verdad de lo que predi-
'
I
Catorce años despues su–
í otra vez a
J
erusalem con Ber–
nabé ' , tomando cambien conmi–
go a Tito.
2 ·•
Y subí segun revelacion•;
y
com !liqué con ellos el Eva nge–
lio
3 ,
·1ue predico entre los Gen–
tiles, particularmente con aque–
ll&s qu ' parecían de mayor con–
siderac
~"";Por
temor de no cor–
r er en v
'~",
o de haber corrido.
3 Ma ·
';i
aun Tito que esta–
ba conmig : siendo Gentil, ftp
apremiado a -ue se circuncidases:
4
Ni a
:1
por l os falsos
hermanos, que se entremetie–
ron a escudriñar nuestra liber-
caba , le diesen testimonio contra sos ca–
lumniadores.
Poes
si
Pablo
110
lmbiera co–
mmzicado con los Apóstoles en t:nrne su
E vangelio,
la Iglu-in
no
le
hubiera creído.
S. A
oc.
cou(. F iwst.
Li/J.xxvur.
Cnp. rv.
...
S.
Pcfaro ;s:mti3go
y
Juan.
5
Y
esruvicron
rao
léjos de desapro–
bar
mi
dotlrina
,
que por
el
contrario
en
prueba
y
confirmacion de ella , permitie–
ron
a
Tito , que era Gentil, que gozase de
1a
libertad que le daba el Evangtdio ,
y
no
le obligaron a que se circuncidase ; Y· es–
ro que instaban fuertemente a eJJo algunos
t3.1sos hermanos , Jos quales profesando
exteriormente mucho zelo
por
el E,•an–
gelio ,
y
no pudiendo persuadirse que no
eran ya necesarias las
ceremonÍ:iS
de la
Ley, se habian entrometido en la Iglesia
p ara despOjarnos de la libertad que Jesu
Chtisro no¡ babia
merecido
con su
gracia..