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En.una visita que hizo á Frny Martín el presbítero Don
,Pedro Qu1Jano, dcspues que este se despidió, y habia caminado
como '·e111te pasos, lo llamó el Siervo de Dios, y le dijo: "¿Cuan–
?o
1.o
~~r~moª
con bonete?" y al. decir esto, alió el bra'!o, y lo
melino ac1a la Iglesia de los J esuitas, titulada el Colejio de San
Pablo. No entendió en ese momento lo que significaba esa pre–
gunta: pero acordóse despues, que habiendo estado anterior–
mente casi moribundo, resolvió en su corazon ser relijioso en la
Compañia de Jesus; y como á nadie habia participado su pro–
posito, creyo que Dios se lo había revelado
á
Fr. Martín.
Estudiando el mismo Don Pedro en la Compañia de Je–
sus, se dejó dominar de pasiones jU\"eniles, y no aprovechaba
en las letras por su disipacion y el desafecro que las tenia.
Considerando un día el peligrosisimo estado de su alma, se afti.
jió interiormente, y prometió
á
Dios mudar de vida, al tiempo
que
p~~a
por la calle donde está la Iglesia de Santo Domingo.
Al
n:\iS!U.º
1
tiempo le salió al encuentro Fray i\1artin, y dandole
una paliua<la en e,I pecho, le dijo: Estudie mucho, y lleve ade–
lante sus
p~opositos,
porque eso le ha de valer. Quedó absorto
Don Pedro, al ver manifestado su pensamiento, y aprovechan–
dose de los consejos del Siervo de Dios, enmendó su vida,
y
adelanto en las ciencias.
Se
h~
bia establecido en esta ciudad, un iiolandes apa–
rentando ser católico, siendo infiel, pues no estaba bautizado.
Enfermó gravemente y fué
á
mediciarse al Hospital de San
Andres. Agravóse tnnto su mal, que pasó tres dias en agonías
de muerte. ; in acabar de morir. El tercer dia en que conti–
nuaba agonizante, salióFray Martín del convento
á
media no–
che, sin que nadie le aliricsc las puertas, y entrando en el Hos–
pital, habló de esta suerte al Enfermero:
" ¿Como es esto1
" ¿Queriase moril' ese enfermo, sin estar bautizado1 ))
Exami–
nosele,
y
en realidad np lo estaba. T omóle
á
su cargo el Siervo
de Dios, y le habló con tanta claridad, y fuerza de uncion so–
bre
h
verdad de nuestra relijion, que cooperando la divina gra–
cia, se convirtió, pidió el bautismo,
y
despues de haberlo reci–
bido murió cristiamamente. En este suceso deben admirnrse
tres 'portentos: saber que habia un moribundo en el Hospital, y
entender que no estaba bautizado: salir en alta noche del con–
vento, estando las puertas cerrarlas;
y
convertir al infiel obstina–
do,
á
nuestra Santa
fé.
Concluiré este nrtícu]I) con algunas pro–
fecías de sucesos anteriores.
~
Manifestandose disgustado al. Siervo ele D
i.os, el
Rejid~r
-
Doµ
Juan de Figueroa, porque habiendo pretendido ser fam:r-
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