- 135-
·
,Entrando en su celda a las dos de la tanle otro hombre
l¡ue acompafió algun tiempo al Siervo de
Dio~,
lo ' vió hincado
de rodillas delante. <le _un C rucifij<;>, puestos los brnzos e
11
Cruz,
los OJOS fiJOS en la 1ma¡en;y elevado en el aire. Salió de la
c~ltla
asombr~do,
y habiendo.
encon~~·ado
á Fray F;rnando Aragones,
le refil'lo
!<:'
que habia visto.
DIJO!~. enton~es
I:
ray Fernando, que
no se
adm1ra~e,
que de ese prod1J10 huu1 a sido testigo muchas
,·eces, como el lo seJ'la en
lo succes1vo. Serenose con esto el
hombre, y tuvo el consuelo de ver muchas \'eces á Fray Martin
suspenso. en el
~ir~
del modo dicho. E11 lrc estas merece fJspc–
cial cons1derac10n, lo que observé en una de Jas lomas inmediatas
á la ciudad, donde lo Hevaba con frecuencia Fray l\1ar1in para
sembrar yerbas me(lic111ales. Pues hab1endole oido ro"ar
ú
Dios
c1ue bendijese su sementera, lo vió elevurse en e l
ai~e
mas de
tres
vara~
y media, en cuya altura permaneció hora y media,
hasta que habiendo anochecido, se voh,ió
al
convento con su
compañero.
BuHcole en su celda un relijioso que lo necesitaba, y no
viendole en ella, al tiempo de salir, sintió que le tocaban Ja ca–
pilla que tenia sobre la cabeza. Alzó los ojos y vió á Fray Mar–
tin suspenso en el aire sobre la puerta de la celda, y apretó
con sus manos los pies del Siervo de Dios, <]Ue tocaban Ja ca-
pilla que llevaba sobre su cabeza.
·
Orando en alta noche Fray Pedro de Mcndoza ante el
Altar del Rosario, se sacudió la tierra con un tcmblol' espanto–
so. Atemorizado Fray Pedro, y levantandose ¡Jara salir de la
Iglesia, vió delante de la lmajcn del P atriarca Santo Domingo,
al Beato Fray Martin, hincado de rocliilas C<ln los brazos en
Cruz, elevado en el aire, de cuya barba salia un globo
~
fue–
go que le cubria el rostro y terminaba en la cabeza. . F1,10 mas
la vista, y notó que la imajen se habia inclinado .hacrn el Altar
mayor, volviendo su<!'spalda al cuerpo de
Ju
iglesia. Este pro–
dijio le hizo entender que pues su Patria.rea
Y:
Fray.Mar,tm ro–
gaban á Dios,
nv
debia suspender su orac1on, s1110 urnrse a ello-–
y \'Olviendo al lugar donde estaba, se hincó de nuevo, y conti–
nuó orando, hasta <]Ue el S iervo de Dios bajó de su rapto, que
duró mas de una hora.
Necesitando unos relijiosos
á
Fray Martin, le buscaron
en su celda; y no hallando en ella mas que
ú
un hombre que
~o
ucompafiaba, salió
á
buscarle. Y acordandose de que soha
ocultarse en un lugar secreto sobre el' techo de la iglesia se
fué
á
ese sitio, y vió en e l á Fray Martin orando de rodillas, ele–
t'ado en el aire,
y
con el rostro vuelto al
Aliar
mayor
1
donde__