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su tácita oracion.

"Señor mio

J

esu-Cristo, tened misericordia

de este pobre, que de lejanas tierras. ha venido

á

padecer

tar~las

desdichas." Acabando de pronunciar estas palabras, mando al

pacie1 'e, que estendiese las. piernas

s~bre

la tierra, .

y

poniendo

las manos sobre ellas,

y

haciendo la sena! de lu Crnz, postrado de

rodillas, le dijo: Levantate,

y

desapareció. Levantóse Vazquez

con mucha aj ilidad,

y

viéndose sm nmguna hmchazon,

y

entera–

mente sano, no pudo disimular su contento. Corrió á la.

H~cie.n­

da, y refiriendo lo que había pasado, dieron todos gracias a Dios

por el milagro.

.

.

.

H abiendo resuelto los cirujat1os amputar una pierna gan–

grenada al

P.

Fray Pedro Montesdoca, estaba este tan impacien–

te la víspera de se r operado, que entran€1o á visitarle Fray Mar–

tín,

vomitó contra e l mil improperios sin motivo.

Saliose de la

celda el Siervo de Dios con e l rostro risueño, sin manifestar

ninguna alteracion en su animo. Al anochecer volvió á visitarle,

llevando una ensalada de Alcaparras, y le dijo con mucha suavi·

dad: "Padre mio, ¿está ya desenojado? Coma esta ensalada de

" Alcaparras que le traigo." Admiróse el enformo, porque ape·

teciendo mucho en ese dia la ensalada, sin que

á

nadie hubiese

participado su rleseo, creyó que el Siervo de Dios lo había enten–

dido sobrenaturalmente. Arrepintiose luego de sus injustos

oprobios, y pidiendole pr,!'don; le rogó que se compadeciese de

él, pues ten.a que sutrir en el dia siguiente, no solo los terribles

dolorés de la amputacion, sino tarnbien los que son aonsiguien–

tes.á la aplicacion de los cauterios encendidos para contene'r el

fiuJO de saMgre.

Sabido es, que en ese tiempo, aun no se

babia inventado e l torniquet, y ni se ligabal'l laa arterias,

Y.

que . por consiguiente no solo era dolorosísima la opera–

c10n, smo las mas Yeces infructuosa; pues humedecida la escara

que producia ta accion del fuego y de los causticos, se renovaba

la

hemorragia, y era preciso repatil' la cauterizacion, hasta que

~quella

cesase,, ó pereciese el enfermo desfallecido, gangrenado

o convulso.

Enternecido Fray Martin, clespues de una breve

oracion, descubriendo la pierna gangrenada, puso la mano sobre

ella?):' su contacto la sanó en el momento. Atonito

y

alegre el

Religioso, al verse bueno instantaneamente,

y

restituida al estado

natural su pierna, publicó

á

gritos el mila<Yro y rindió

á

Dios las

·debidas gracias.

"

'

.

Tambien deben

á

mi juicio numerarse entre las sanidades

milagrosas, las ele l?s

~eligiosos

Fra):' Francisco Velasco, y Fray

Drego

l\~edrano,

lridrop.rcos desahuciados, cuya historia es.puse

en el articulo de la Candad que tuvo Fray Marfin con los enfer;

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