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.....119'-

mos. Me persuaden

á

que foé estraordinaria la curacion di?.

uno

y

otro, é l que en ambos habia resistido la enfermcdad.á

todos los ausilios del arte, hasta pone r

á

los pacientes en el ulii–

rno estremo de la vida; y el q ue snnaron prontamente coi. la vi–

sita que les hizo el Siervo de Dios, penetrando las puertas cer–

radas.

Por ul1im1J referiré el caso de 1fn Religioso muerto real–

mente y res'1citaJo, segun se creyó ento.nces,

á

cuyo juicio me

.adhiero.

Curándose. un Religioso lego llamado Fray T omas, muy

amado de Fray Martin por su noturia virtud, murió a l fin, de un

grave y dilatado padecimiento.

Luego que falleció, empezó la

comunidad

á

rezar en el dormitorio los Sal mos que mandan las

rubn cas de la Orden. Entretanto se

fué

Fray Martin

á

la celda

del difunto para amorta¡arlo, y tenien<lo el Hábito en las manos,

suspendió el vestirle, y se puso un rato en orncion hincn<lo de ro·

dillas, delante de un Crucifijo que estalla

á

la

cabecera del difun–

to: to<lo

lo cual

fué

visto por el

P.

Fray Fernando Aragoneg,

quien siendo testigo ocu lar de muchos prorlijios obrados por

el

Siervo

ele

Dios, acechaba de continuo sus acciones. Luego que

concluyó su oracion, llamó

ni

difunto tres veces por su no111bre,

y como se moviese

y

diese claras seriales de ,,ida, abrió las puer–

tas, dijo

á

l"s Religiosos, est:í. Yivo

Fray

Tomas, y clandole una.

taza de ca Ido le reparó las fuerzas brevemente.

Aunque pudiera con funda.mento lial>c r numerado este

suceso entre los milagros dudosos, sospechando que la muerte

de Fray Tomas hubiese sido aparente

y

no real, puesto que

muchas veces se h;\ sepultado

á

los vivos, su poniéndolos muertos;

me inclino

á

creer que no hubo equivocacion en este caso, pnr

las razones siguientes.

Fray l\fartin creyo que habia muerto

:verdaderamente e l Religioso, y lo creyó la comunidad, pues esta

empezó

á

rezarle los Salmos de rito,

y

aquel resolvió

amortnia~le. Al tiempo ele hacerlo, cierra la pucrtn, se queda. con el

f~a­

bito en las manos, no lo amortaja,

y

se pone

á

orar. Conclu1d_a

la oracion, no lo viste , sino lo llama, el difunto da seriales de

VI·

da,

y

se recobra. D e lo dicho se infiere con mucha

proba~ili·

ciad, que al ,tiempo de amortajarle Fray l\fartin,

fué

este exc1_ta•

do sobrenaturalmente para restituirle la vida; 'JUe en la orac1on

se le aclaró mas este conocimiento,

y

procedió

á

manifestar la

verdad,

llamando por su nombre al finado.

Y

como por otra

parte, este Siervo de Dios resucitó

á

ua perro

ver~aderame~te

muerto, de lo que no puede dudarse por todas las circunstancias

que calificaron ese milagro, segun es¡mse tratando de la compa·

sion que tuvo

á

los bi-utos, no debe

estraiiarse

que

resuc1ta~e

á

un

hombre.