Previous Page  62 / 214 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 62 / 214 Next Page
Page Background

- 54 -

bia en el convento del Rosa rio trescientos religiosos,

y

por lo

tanto, nunca estaba desocupada la enfermería. A mas de los en–

fermos del convento grand e, se curnban tambien en él lo's de

la Recoleccion,titu luda ·Santa

~fa ría

Magdalena, ..

y

en euferme–

ria separada los esclavos de las haciendas' pertenecientes al

convento, y los que se r vian

á

los religiosos. l'ray Martin, úni–

co enfermero, asistía

á

todOR, sirviéndoles con tanta pu11tuali–

dad

y

dulzura, que admiraba

á

todos los enfermos. Cuando les

curaba sus llagas, ponía emplastos, ó aplicaba otros remedios,

siempre lo hacia hincado de rodillas, con tanta humillacio n

y

r espeto, como si cada paciente fuese el mismo Jesucristo.

Se admiró mas su caridad en el ti empo de una grave epide–

mia de sarampion, que se padeció en esta ciudad; pues, estando

plagados de ella juntamente muchos religiosos y sirvientes,

y

habiendo sido tan grave, como la que observamos hace nrns de

cuarenta afros, porque en ambas los enfermos deliraban, que–

rían sal ir de la cama,

y

se nega ban

á

tomar alimentos y medi–

.:inas; contraido fray Martin de dia

y

de noche al servicio y cui–

dado de cada enfermo, como si fuera el úni<:o', ocurria

á

las ne–

cesidad es de t odos, y las r emediaba con su humildad, paciencia

y vigilancia. Mas, como un homb re solo no pgdia naturalmente

sabe r las intempestivas novedades que sobrevenían en alta no–

che

á

los pacieutes que no se curaban en hr enfermería, se las

revelaba el Seuor, para que auxiliase

á

cuantos tenian necesi–

dad de sus socorros en semejantes .conflictos.

Asi es que, estando cerradas con llave las puertas del no vi–

ciado, entraba

á

la media noche, visitaba

á

los novicios, daba

refri gerantes á los que estaban . muy 'in cendiados por la fi ebre,

mudaba ropa

á

los que por excesivo sudortenian majada la que

cubría sus cue rpos, y salia del noviciado sin que nadie le ah rie–

se. De mañana referian los novicios lo oconido;

y

como su

maestro guardaba las llaves del noviciado, uo podia ocultarse

el prodigio. i\IIas, queriendo Dios que en ningun tiempo se du–

dase de este singular favor concedido

á

fra v

~fa r tin,

como él

mas irrefragabl e testi monio de su

ardie ntísi~a

caridad, renovó

muchas veces el mismo portento en di versas 0casiones.

Declaró juríd

icamente.el

padre fray l"rancisco Yelasco que,

siendo novicio, estuvo tres veces gravemente enfermo, y la úl–

tima

ú

las puertas de la muerte. Pues, habiéndolo en esta vez

enviado

á

una vil la, con el fin de que mejorase, volvió de ella

al noviciado, hi drópico, coa fiebre continua,

y

con la J'espira–

cion muy anhelo_sa. Su méd ico, el doctor Cin eto, que lo era tam–

b1ea del señor v1rey, lo desahuci ó, diciendo

á

la comunidad que

IIIJriria el 11ovicio en breves dias. Sin enibargo, persuadidos