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que se hallaba un sacerdote,

y

le

soco~rió

enviándole 11;raa can–

tidad de dinero, coi¡ el ca rgo de poca misas, para que no se

avergonzase si suponia que le daba el dinero de limosna.

No debe cxtrm1arse el que uu pobre donado de humilde aa–

cimi cnto repartiese tan crecidos

y

continuados socorros, pues

Lima ca e e foliz tiempo, no solo era opulentísima,

ino tam–

bicn piado ísima.

Y,

así como fundaba g rand es establecimien–

to de beneficencia para los enfermos, suntuosos con ve nto pa–

rn

religio os

y

religio as,

y

mag níficos templo , para que ea

ellos e inmola e dinriamente In sagrada victima en loor de Dios

uno

y

triuo,

y

pnrn impetra1· su misericord ia; así tambien,

y

con el mismo fiu, daban los ricos limosna

á

los pobres coa pia–

do

a

profusiou.

Y

siendo tan notoria la santidad de fray Mar-–

tin, ta u ejemplar sud sprendimiento,

y

tan admirable su cari–

dad con todos los mi erable , era depositario del dinero que

cada vecino destinaba para los pobres.

A

ma del respeto que

se conciliaba por su modestia y humildad, su pet iciones, ani–

mada del espíritu divino, hncinu tanta impresion

en

los pode–

rosos, que se ve inn du lcemente obligndos

ú

partir de sus bie–

nes con los ueccsitudos, como ad ministrado res de las rentas

que Dios les babia confiado, para que las distribuyesen en ellos.

Así es que el eñor ,·irey, conde de Chiachou, le daba cien pesos"

mensuule , don Mnteo Pa tor puso en sus mauos gran pnrte de ·

su iugeute ca udal , y á proporcion los <lemas l'icos de Lima.

Y

como los prelndos le dabnu licencia para

e~te

ejercicio de ca–

ridi1d , no solo se suntificabn mas y ma. en él, si110 tambien ha–

ci11 cntrnr en el cnmino de In justicia

ú

los ricos que le duban, y

(t

lo pobre que socorrin.

.

Siendo tan g-rnnde

y

continuado este ejercicio, que al parecer

olo podrian dcsempctiar muchos personns, él lo cumpli11 per–

f

ctament ',

in fo ltar ni uu momento al cuidado

y

scnicio de

los enfermo .

4.

0

u

~cwidetd

co1tlose11(ermos. -Como

el mérito de cada vir–

tud no sol

con iste e n la reiteracion de sus actos,

ino princi–

pnlrncntc en lo intcncion

y

fervor cou que

e practicnu, solo

Dio que onden lo conizone , avalora justumentc el mérito de

lns obra . De uno

y

otro modo e probada la ublime caridad

de fr11

i\lnrlin cou lo enfermo : porque,

i

pa

man u herói-

o

netos, auu mucho mas lo sobrenaturales porteutos qu e Dios

hizo, pura que todo

ouocie en que aquellos le eran muy gratos

y

a

t•pto .

::'lomhrndo enfermero luego

que

hizo u profesion, de empe–

lló nncti· imamcnte e te car"o ha ta la muerte,

y

ea él dió

pruebas in e ntc de u nrdieute caridad. Eo e e tiempo, 4ia-