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2. º Leyendo con los nilios en la escuela,

y

sinicndo sumisa–

mente

á

sus padres, no permitía que penetrasen eh su alma las

especies de los objetos sensibles, excitado por la .fé

y

Ja eaFJdad

á

contemplar las verdades eternas. Estando en Lima, luego. que

volvió de Guayaquil, fomentaba su devocion ayuda11d{}euantas '

misas podia en la parroquia de San Láznro;

y,

deseando mayor

recogimiento, pidió

á

la sefiora de la «asa en que moraba, un

cuatto retirado de toda la familia, donde pasaba Jns noches eu

oracion,

y

cuando el suefio le rendía, se acostaba en la desnu–

da tierra.

3.º Comprando diariamente cuando era niño, por mandato

de sn madre; las cosas necesarias para el sustento, distribuia

en los párvulos indigentes parte de los víveres. Instruida de

esto la madre, y no penetrando el espíritu que animaba en

estas acciones al niño l\Iartin, lo reprendia y maltrataba, como

si su caridad fuese un crí111en. l\Ias

1

ni el enojo ni los injustos

castigos que siifria; cerraban sus manos para que no socorriese

;\los mendigos con lo qne uo !"lacia falta en su casa,

y

qne debia

ser dado de limosna por la misma madre, en caso de que su !lijo

uo lo hiciese.

,

. 4.

°

Creció con la edad el nmor

á

los pobres, y el deseo de

socorrerlos. Así es que; cuando recibido de barbero ejercita–

ba su oficio, de nadie exigía el honorario acostumbrado,

y

des–

tinaba para los pobres el que recibia de aquellos que espontá-.

neam·ente le pagaban sn servicio.

5.

0

Reducido á extremadil pobreza por sus limosnas,

y

no te–

niendo las mas veces con qne alumbrarse de noche, sella pedir

á

la sefiora de la casa qne le socorriese con un pedazo de vela.

En una de esas noches, despues de haber cerrado l\Iartin Ja

puerta de su cuarto; se puso la sefiora en acecho para obsevar

lo que hacia; y por las •endijas de la puerta .lo vió arrodillado

delante de un Crucifijo, derramando muchas lágrimas; por lo

que, confusa y avergoniada, le dijo al dia siguiente, que le daría ,

nna vela entera todas las noches que la necesitase: J,a simple

curiosidad, ó liná mal.igna sospecha, contribuyeron

á

la mani–

festacion de esta santa practica; en que Murtin se ocupaba

tó–

das las noches; pues sabiéndolo otras personas de la casa, te11ian

el consuelo de acecharle

y

de edificarse con su vista. Una de es–

tas

foé

doña Ventnrn de Luna, hija de la señora dnelio de la casa

y

viuda

d.el

capitan don Pedro. Alvarez Espinosa, quien refi.riÓ

haberlo visto muchas veces de noche, por las hendidurns de la

puerta,

hincado.de

rodillas, haciendo fervofosa oracion;

y

que

crcrn haher rnflmdo mucho para sn pronto io<>reso en la reJioion

la publicidad de los santos ejercicios que pra;ticnba en sn rc"tiro: