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INTRODUGGíON.

U nw, Metrópoli del Perú, ha sido justamente mas c61cbrc·

por su piedad que por su opulencia, desde que rnyó en ella la

luz del Evangelio. Aun no habian pasado muchos afios desp ues

de su conquista, y ya ilorecian ei1 su privilegiado suelo innu–

merables personas <le uno

y

otm sexo, que, en los claustros

.Y

fuera de ellos, se admiraron como dechados de la mas sublime

perfeceion. Mucho se

co~1place

Dios en Lima, dccia un fran–

cés historiador de América, pues

á

uu mismo tiempo se halla–

bau en ella tres grandes sautos

y

muchísimos siervos de Dios,

que probablemente serón canónizados con el tiem po.

A

la l'etdad, cu aquella época en que la religiou cristiana,

d~spues

de haberse conservado por muchos siglos si1i mancilla·

en casi todo

el

continente de la Europa, ''iéndose des·echada

y

perseguida en va rias nacibnes s·etentrionales, voló al nuevo'

mundo para reinar en él sin inquietudes,

é

indemnizarse con

yentajas de

s~s

lamenta liles pérdidas; varones sábios

y

santos,

y

celoSDs sacerdotes, tuvieron el consuelo de ver enarbolado en

estas Yastísimas· regio1ies el esta ndarte de la crnz,

y

que á·su

vista se precipitase en el abismo Ja infame idolatría. Pero es iu–

dudable que en nin¡:una parte del Perú, como en Lima, dió la

semilla evangélica, derramada por esos obreros apostólicos, tan

sazonados frutos de perfeccion )' santidad.

Y,

al modo que mul–

titud de hombres sedientos del oro

y

la plata, oculta eu los mi–

ncralcS, surcabnn el océnno; con mas ar<lor abandonaban su pais

m1tal los que, acosados de la sed de justicia, 1

1

olaban ú esta par–

te de América, en enya feraz tierra crecieron en Yirtudes, co–

rno úrboles froudosos, cups empinadas copas se elevan hasta el

ciclo. 6.1 ejemplar vida

y

ardiente caridad pobló lo.s conventos·

de uno

y

otro sexo de muchos centenares, que 1•ivieron

y

mu–

rieron en olor de santidad, cu3"a historia se pe rpetúa en las cró–

nicas de sus rcs)1ectivas

rcli~iones.

A

rn::s de esos admirables

' 'arones, se sa ntificaron otros muchos, escond iéndose en

el

re-·

tiro de sus casas, ó scpultúndosc cu los de,icrlo>, ó trepauuo'