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-51-

XLVIII.

Certidumbre filosófica.

El hombre es un sér esencialmente nacido para la

ve~dad,

y no puede ser inducido necesariamente al error.

El criterio ó motivo de certeza fi\osófica es aquella razon

por la cual el entendimiento es últimamente determinado á la se–

guridad entera de sus juicios. Parece que la última razon ó el

ú–

nico motivo de .certidumbre filosófica es la evidencia tomada en

general, que consiste en una percepcion clara de que la cosa es

como~

es

y

no de otra manera. En este único motivo se fundan

todos los demas:

1.

o el sentido íntimo, pues el motivo porque

estamos ciertos que no nos engaña este criterio, es porque perci–

bimos claramente que el sentido íntimo de una afeccion tiene

una conexion esencial con la existencia de la misma:

esta clara percepcion es la evidencia: 2. o los sentidos

externos, pues el motivo porque estamos ciertos que estos no

nos engañan, es porque percibimos l?- esencial conexion de las

ideas sensuales con la existancia de los cuerpos y de sus cuali–

dades sensibles; esta percepcion es la evidencia: 3.

o

el sentido

comun, pues estamos ciertos que nopos engaña, porque perci–

bimos que suS juicios provienen de la naturaleza racional,

y

re–

pugna que la naturaleza racional impela al error constante, uni–

forme

é

invenciblemente; tal percepcion es la evidencia: 4. o el

testimonio humano, pues estamos ciertos de lo que nos refiere,

porque percibimos claramente la conexion necesaria que hay en–

tre el tal testimonio y la verdad del becho: esta percepcion es

la evidencia. Es cierto que todos los criterios suponen el senti–

do íntimo, en cuanto por este se nos manifiesta su pr.esencia, pe–

ro no en cuanto lo que últimamente determina en todos sea el

sentido íntimo; asi por ejemplo, cuando estamos ciertos de que

el círculo no eSLcuadrado, el sentido íntimo solo atestigua que

el tal juicio está en el alma, pero no nos determina

á

la certi–

dumbre de

él.

El instinto racional

ó

impulso interior se funda

tambien en la evidencia, porque,

ó

nace de un conocimiento pre–

vio,

ó

á

lo menos es necesario que el entendimiento lo conoz-

I

ca necesariamente conexo con la verdad

á

la que impele,

y

aquel

conocimiento es la evidencia.