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XLVIII.
Certidumbre filosófica.
El hombre es un sér esencialmente nacido para la
ve~dad,
y no puede ser inducido necesariamente al error.
El criterio ó motivo de certeza fi\osófica es aquella razon
por la cual el entendimiento es últimamente determinado á la se–
guridad entera de sus juicios. Parece que la última razon ó el
ú–
nico motivo de .certidumbre filosófica es la evidencia tomada en
general, que consiste en una percepcion clara de que la cosa es
como~
es
y
no de otra manera. En este único motivo se fundan
todos los demas:
1.
o el sentido íntimo, pues el motivo porque
estamos ciertos que no nos engaña este criterio, es porque perci–
bimos claramente que el sentido íntimo de una afeccion tiene
una conexion esencial con la existencia de la misma:
esta clara percepcion es la evidencia: 2. o los sentidos
externos, pues el motivo porque estamos ciertos que estos no
nos engañan, es porque percibimos l?- esencial conexion de las
ideas sensuales con la existancia de los cuerpos y de sus cuali–
dades sensibles; esta percepcion es la evidencia: 3.
o
el sentido
comun, pues estamos ciertos que nopos engaña, porque perci–
bimos que suS juicios provienen de la naturaleza racional,
y
re–
pugna que la naturaleza racional impela al error constante, uni–
forme
é
invenciblemente; tal percepcion es la evidencia: 4. o el
testimonio humano, pues estamos ciertos de lo que nos refiere,
porque percibimos claramente la conexion necesaria que hay en–
tre el tal testimonio y la verdad del becho: esta percepcion es
la evidencia. Es cierto que todos los criterios suponen el senti–
do íntimo, en cuanto por este se nos manifiesta su pr.esencia, pe–
ro no en cuanto lo que últimamente determina en todos sea el
sentido íntimo; asi por ejemplo, cuando estamos ciertos de que
el círculo no eSLcuadrado, el sentido íntimo solo atestigua que
el tal juicio está en el alma, pero no nos determina
á
la certi–
dumbre de
él.
El instinto racional
ó
impulso interior se funda
tambien en la evidencia, porque,
ó
nace de un conocimiento pre–
vio,
ó
á
lo menos es necesario que el entendimiento lo conoz-
I
ca necesariamente conexo con la verdad
á
la que impele,
y
aquel
conocimiento es la evidencia.