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-204-

I

XIII.,

Los deberes

y

derechos índividuales.

El hombre, antes,de' formar pa,rte 'd'e la sociedad, es hombre,

y lleva oonsigo del!eCflOS y deberes inherentes

á.

su naturaleza. coa

independenci.a dela sociedad, y solo en eJte sentid'o puede decir

se que hay derechos

i~dividuales,

i?1'II[J?'esc?"ipti bles

é

ilegislables,

como el derecho de,conservar la vjda) el derecho de defenderla

contra el injusto agresor, el derecho de propiedad, el derecho do

elegir tal tenor de vjda ó tal profesion, siempre que Dopeljudiqne

el. derecho de los demás ó el bien comUD" A estos derechos cor–

responden deberes análogos, com0 el deber de amar

á

todos, el

deber de no matar, ni maltratar

á

otro hombre, el deber de socor-

- rerle @n la necesidad,

Ó

peligro, el

deb.er

de no impedir

á

otros el

uSQ

de sus derechos,

\

En tiempos anteriores se prQpendió con freouencia

á

descono–

cer los derechos naturales del hombre; en los aotuales se exager

ran

y

desnaturalizan, Los qu.e hoy se denominan derechos iucli–

viUuales, no,lo,son en realidad, ni son absolutos, ni ilegi lables,

sino ,:'t condicion de n0 envoI-rer en su ejercicio, peligro de coli–

sion con otros derechos, conservándose el órden público, el 61'–

den moral y el bien general de los asociados, Esta condicion trae

su origen de la misma ley natura.J,

y

prescriOe ademas que el bien

oomun debe 'anteponerse al bien particular, Todos los derechos

individuales, aUJ;llos q1,;e son verdaderamente tales, si' se consi–

deran en concreto

y

por parte de su ejercicio, están sl\jetos <11e–

gislacion, ó directa ó indirectamente, Las mismos partidarios de

los del'echos

,incUIIJiduales,

hoy en boga, reconocen eu la práctica '

qne están sujetos

á

lª, legislacioo positÍ\\a,

XIV.

La"libertad de impl'enta.

La ley natural

prohi.be

influir

y

cooperar en el daño del pró–

jimo,

y

es indudable que existen hombres per\7ersos, que

Ó

por

malicia, ó por fines pa.rticulares" infiltran el el'rm en el corazon

y

~n

la cabeza de los demáshombres, y princip<;tlmente de los seu–

cillos

é

,ignorantes, El poder público tiene el deber de impedir·

la enseñanza

y

propagacion de las doctrinas que, sobre ser evi–

dente,mente erróneas, son peligrosas

y

contra.rias al bien físico

y

moral de los miembros de la sociedad;

á

ello le obliga el deber