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-~08-

La. necesidad ele la religiou natura.lno cxcluy

1a

nc,'c8iLl n(1

y

la,existencia de una religioll

'revelada

y

sobrena.tural

l

PUl':

la.

histori a

y

la esperiéncia manifiestan la' insufi iencü¡,

d'

la l'a:wu

humana para dar

á

Dios el culto üelJido

r

e. tablecer una

l'

'Ii–

gion pura, santa, inmaculada perfecta

y

digna de DlO , Yla n('–

cesidad de que Dios venga en auxilio del hombre

]>01'

medio lle

U!1a revelacion pa iva

y

especial. Oon razon enseña anto 'l'omús

que la revelacion divina es

nece~aTia,

}JO

solamente

l'c~pecto

ll e

aquellas verdades que superan enteramente al alcanco tle

ID.

nt–

zon humana como son los dogmas, sino aun con rcslle to

ú

cier–

tas verdades, que absolutamente hablando no son uperiOl' s

;t

la razon humana., para que la. iurn ensGt mayuría de los homhr s

conozca de una manera segura la verda

1

religio a.

y

moral,

J:>

'ru

lo que suscita las iras de los deístas

y

ra iouali tas contl'n, la 1'e–

ligion revelada, no es tanto la parte rela.tiva, al entendimiento,

como la pa,rte relativa

á

la vol untad, ósea la perfeccion

y

santi–

dad de la ley moral que contieue.

XVIII.

Deberes que n acen de la

l'elig'iOll.

El primer deper del hombte es iuvestigar 'cual . ea la " el'Üa–

dera religiou, en el caso de que no

~e

halle en pO,sesion de ella,

y

abrazarla una vez conocida. El hombre tiene obliga 'ion de

ajustar su conducta moral

á

los preceptos

y

máxima de la réli–

gion verdadera.,

y

d,e

tribut~r

á

Dios el culto en ella pre m'ito.

Una vez copocida y abrazada la reli gion verdadera, el hombre

debe conservarla y pro,liaga,rla en cuanto ' lo permiten. us cqu-

dicioues.

"

El indiff/rentisrno ?'eligioso

es absurllo en si mismo, porque

supone que

~s

indiferente

á

Dios que se letribute un culto verda–

dero

ó

falso,

ó

supone que todas las religiones son igualmente

buenas ly verdaderas. E iqdigno del hombre no cuidarse de

conocer la verdadera religion, sin la cual es imposible agradar

á

Dios,

ni conocer su destino en la "vida presente

y

despues de la muer–

te. Sagun el

Latitudvl'tarismo

el hombre puede couseguir la vi–

da eterna pra,cticando cualquier religion, aunque no

~ea

la católí–

cá. Este error ha sido condenado en el

SyUabus,

pues salvo el

caso de buena fé,

ó

de una providencia extraordinaria, el

hol.ll–

bre

no puede conseguir la felicidad perfecta de la vida eterna

fuera de

la

Iglesia caMlica, representante de la religion revelada.