DE PHOCION.
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<lJ.Uese les despojase de sus riquezas, se re–
volvieron contra la autoridad de Licurgo,
y
quisieron ser todos poderosos, para ponerse
en estado de defender su fortuna. Por otra
parte , tan baxo , como insolente el Pue.blo
1
ho tuvo de Ja su ya mas que
á
lo¡¡ Magistra–
dos dignos de
él.
En vano se intentaría hoy
el contener los desórdenes de Lacedemonia
con las leyes que fixaron los límites del po–
der del Rey, de los Senadores, y del Pue–
blo. ¿De qué servirían unas leyes desprecia–
das por las costumbres públicas, y
á
las que
ya no pueden obedecer la ambicien , y la
avaricia? Las ha aniquilado el vicio, y sola
la práctica de la virtud puede darlas vigor. Si
no se apresuran, querido Aristias,
á
reparar,
y
sostener por la templanza, y economía el
resto de un Gobierno destruido por las pasio–
nes, estad seguros, que estos R eyes, Sena-·
dores, y l'vlagistrados, en
otro~
tiempos tan
sabios, generosos,
y
nrngnánin1os
en el excr–
cicio de su autoridad , abandonarán pronta–
mente este género de 1noderacion, que afec–
tan
á
pesar suyo, y cesarán de ser l'vfagistra-.
iios, para hacerse los opresores de una Repú–
blica ( r), que se aniquilará por sus quejas
D
1
do-
(1)
Sucedi6 lo que previó Phocion. Presa Lacedemonia con
bs
mismas desdichas que las btras Ciudades de la GreC1ia, e:c-–
perimcnt6 mil revoluciones, h:ista la extincion de las dos ra–
mas de sus Reyes l\.'gítímos, y se puede decir, que
fué
siem.
pre.gobernada pot las pasiones de sus.Reyes, su Senado, sus
M1-