DE PHOCION.
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der público en diferentes partes, propias de
iºmponerse, balancearse ,
'Y
templarse recí–
procan1ente. Pero no se contentaba con esto,
querido A ristias. Conocia muy bien á Jos
hombres
~J
discípulo de Sócrates, para pen–
sar que el Gobierno, cuyas partes1estnviesen
t odas c&mbinadas con la mayor sabiduría,
pudiese 'sostenerse sin
el
socorro de las cos–
tumbres ·domésticas. Leed su República ,
y
ved con qué cuidado busca
el
hacerse due-.
ño de las pasiones, y la severa regla á que
sujeta la virtud. Quizá habrá pasado los
lí–
mites de la prudencia; pero este mismo ex–
ceso de precaucion prueba quan necesarias
crcia las buenas costumbres para la conserva–
cion de su Gobierno.
Y
e_fectivan:en~e ¿~e
qué servirá
dar 1.a
sin
1r~
i!1uªi:
mas sabia
const1tuc1on
a hombres
corron1p1-
nas
coswm.
dos, cuyos vicios no se corrigen? Luego
~¡:;nbo~cnGo·
que salió Lacedemonia de las manos de Li-
curgo, tuvo un Gobierno tal, como le desea
Plaron. Los dos Reyes,
el
Senado, y el Pue-
blo, revestidos de diferente autoridad, for-
n1aban una constitucion
1nixta,
cuyas
ran1as
se mantenian mutuamente en respeto por
una especie de censura, que exercian unos
sobre otros; y no obstante esto ,
y
Rºr
mas
admirables que fueron las proporciones de
e»te Gobierno, no separó las juntas secretas,
los partidos , y los desórdenes, que han per-
di-