DE PHOCJON.
sr
si su decadencia ha hecho inutil en Lacede–
uionia el sabio gobierno de Licurgo , su san–
ta observancia le ha purificado hasta el mis–
mo despotismo.
No tenian los Reyes de Egipto otros su-
Í
pcriores' que sus Dioses:
siempr~parrian
con
ellos el vasallage de sus súbditos. Eran sus
órdenes otras tantas leyes sagradas, é invio·
lables, y todo debia postrarse con el mayor
silencio delante de su trono. Por muy terri-
ble que fuese este poder en las manos de un
hombre, no experimentaron los Egipcios al·
gun funesto efecto, porque tenian buenas
costumbres,
y
de ellas daban á su Señor. No
era permitido á estos Monarcas, aunque tan
poderosos, el ser avaros, ociosos, pródigos;
ó lascivos. Todos los instantes de su vida los
tenian ocupados por alguna de sus obliga·
ciones. Apenas habian sacrificado en el tem-
plo, y meditado en alguna verdad de sus
sagrados libros, que se babian propuesto,
les era preciso escuchar las quejas de los in–
felices, juzgar los pleytos de sus súbditos,
téner consejos, y ·expedir las convenientes
órdenes á las Provincias, ó para prevenir
en ellas algun abuso , ó para formar algun
establecimiento ventajoso. Hasta
Ja~
re–
creaciones
del
ánin10 ,
diversiones,
y
nece...
sidades de la humanidad estaban señaladas
por las leyes ;
y
teuian prescri ptas sus horas
D
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pa-