DE PHOC!ON,
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cóntinuaménte la historia de la felicidad ,
y
desgracia de los hombres!
-i:ened cuidado, Aristias, le
~espondió ~ce1h~:i
1
i~.
I?hoc1on, que n_o vuestra .razon, sino ·v.ues–
tras pasiones, son las qúe acaban dé hablar;
y
es porque confundís las dignid,ades, las
ri–
quezas, el lustre,
y
el poder con la felici–
dad, queriendo aún que fuesen-,recompensa
de
Ja
virtud;
y
JO
mas que pueden adquirir–
mos es un placer-transitorio,á manera dd q11e
dan las caricias engañosas de una muger ,
y
no.son f1>\icidad los placeres que pasan bre-
vemente.
·
.
Veis todos.los!dias hombres desprecia.,,
bles, que llegan á los primeros puestos del
Magistrado ;,pero
.es~ad
seguro,, que ¡:stos so,•
l<1¡nente _sirven·,de mérito ,,para ,el .h.0)11bre•
virtuosp,
que
se
~ácrifica,
pPrr
so 1p;n.rfo ;
y
siendo habil para hacerla feliz , ha tanteado'
por lo menos todos los medios para su _ma•
yor dichp.
La
,d¡:
~d)l
indLviduo es
la
paz,
del alma,
y
esta i1ate del testimonio -que da
el guiarse pqr lás reglas de la justi_cia;
y
:así
estos tiranos, estos an1biciosos, de quienes
admira el vulgo 1<1 prosperidad, gir.nén se–
cretamente baxo el peso
<le
la adi11inistra–
cion,
á
la qua! ellos tienen la loca ·ccibardía.
de oo poder renunciar.
¡
Q'ué no podéis )eer
en su corazon despedazado de temor, de la·
envidia , del odio, de la avaricia,
y,
de,ma&
D..¡.
re·