DE PHOCJON.
6r
parándose tmos progresos infelices. ¿Por qué
nbs aconsejan el evitar el odio , y el despre–
cio , como los dos mas funestos escollos de
la Política? ¿No es conceder los daños de
los vicios el reconocer el precio de la virtud,
y confesar, que solas sus operaciones son se–
guras?
Si un Pueblo empica contra sus vecinos,
no solamente el engaño, sino tambien las
fuerzas , y la violencia , precisamente se ha
.de hallar agitado del mismo temor que ins·
pira. Al mismo tiempo que aumenta el nú–
mero de sos enemigos , se hace sospechoso
á
sus aliados;
y
creyéndose poderoso, multi–
plica sus daños, y disminuye sus fuerzas.
Quiero que por ser mas dichoso que otras
Naciones, por cuya historia sabemos, que se
han debilitado, y últimamente arruinado á la
violencia de los esfuerzos, que hicieron para
aumentar su fortuna, que no caiga por ahora
baxo el peso de los peligros que le cercan,
y
que la resistencia de sus enemigos aumen–
te su valor , sus fuerzas, y sus talentos; pe–
ro en llegando
el
dia, y el instante fata l de
la campaña , perece , aun siendo vencedor,
en medio de sus conquistas.
Observad, mi amado Aristias , qtie la
avaricia, y la ambicion , disfrazadas con
el
nombre de una falsa gloria , son solas las que
pueden hacer
á
los hombres conquistadores.
Pe·